El repunte de este corredor no es menor. En 2022 apenas se habían transportado unas 89.000 toneladas, en 2023 la cifra ascendió a 182.000 y en 2024 se alcanzó un récord de más de 225.000. Ahora, con el impulso de 2025, el volumen prácticamente se multiplicó por tres frente a los primeros registros, consolidando este tramo como el eje ferroviario más activo del país.
Este desempeño no es casualidad. Detrás está la primera Alianza Público-Privada ferroviaria de Colombia, adjudicada al consorcio Estructura Plural Línea Férrea, integrado por empresas con amplia experiencia en infraestructura. El contrato tiene una duración de diez años y contempla inversiones cercanas a los $3,4 billones de pesos de 2023 para rehabilitar, modernizar y operar la vía que conecta a Caldas con el Cesar, atravesando 25 municipios de cinco departamentos.
Entre las obras destacan el cambio de más de 200 kilómetros de rieles para soportar mayor peso, la renovación de traviesas y balasto, la puesta a punto de locomotoras y vagones, y la construcción de un Centro de Transferencia de Carga en La Dorada, que busca articular el tren con otros modos de transporte. Todo esto permitirá duplicar la capacidad instalada, pasando de mover cerca de 2,8 millones de toneladas al año a 5,5 millones en el mediano plazo.
El impacto en empleo y sostenibilidad también es clave. Se espera la generación de más de 30.000 puestos directos e indirectos y una reducción anual de 37.000 toneladas de CO₂, al sustituir transporte pesado por una alternativa menos contaminante. Además, la cláusula de acceso abierto garantiza que el corredor no quedará limitado a la carga: terceros operadores podrán utilizarlo para transporte de pasajeros, lo que le da un carácter social que conecta a comunidades rurales y urbanas en el mismo trazado.
A pesar de estos avances, los retos siguen presentes. La fase de preconstrucción y obras mayores debe ejecutarse en los próximos años sin retrasos ni sobrecostos. También será vital asegurar la coordinación intermodal con carreteras y puertos, y mantener un estándar de mantenimiento que preserve la vía en condiciones óptimas frente al uso intensivo.
Lo cierto es que el salto dado en 2025 confirma que Colombia puede volver a creer en el tren como alternativa seria de transporte. El corredor La Dorada – Chiriguaná ya no es un simple proyecto piloto, sino una pieza central en la estrategia logística del país. Si logra cumplir sus plazos y superar los retos técnicos y sociales, podría convertirse en un modelo replicable para otras rutas férreas y marcar el inicio de una verdadera revolución ferroviaria en el país.