Desde hace tiempo, los bancos tradicionales compiten por ofrecer productos financieros, captar usuarios y modernizar sus plataformas. Pero la batalla actual se traslada ahora al terreno tecnológico: quien controla la infraestructura digital del sistema de pagos puede definir reglas, imponer condiciones y posicionarse como eje central del ecosistema.
En ese contexto, que cerca del 50 % de las llaves utilizadas por los comercios estén en manos del Grupo Aval significa mucho más que una estadística. Implica que buena parte del “canal de acceso” entre comerciantes y sus clientes depende de una única red. Estas llaves son identificadores que pueden ser el número de cédula, correo, número de celular o códigos alfanuméricos —y en el caso de Aval, el “Tag Aval”. El comercio debe integrarse a esos esquemas para recibir pagos, lo que pone el poder técnico en manos del proveedor de la llave.
Claro, ese dominio no es espontáneo: Aval ha hecho movimientos estratégicos. Recientemente lanzó GOU Payments, una nueva empresa encargada del procesamiento digital de pagos, con funciones como recaudos, pagos en tiempo real, servicios con código QR sin tarjeta, transferencia recurrente y más. GOU Payments nace como una apuesta a consolidar el nuevo sistema de pagos inmediatos (Bre-B) en Colombia, integrándose con sus entidades bancarias y su billetera digital dale!. Con ello, Aval va más allá de ser simple participante: pretende ser el nexo central del ecosistema financiero digital.
Otro punto que lo evidencia es el avance del Tag Aval: en su piloto logró captar 8,5 millones de usuarios. Esa cifra muestra que la llave alfanumérica —un tipo de llave adicional a las tradicionales— ha tenido una rápida aceptación. Y, sin duda, esa base le fortalece el dominio tecnológico que ostenta.
Pero todo poder trae responsabilidades y desafíos. Que un solo actor controle una parte sustancial de la infraestructura digital del sistema de pagos abre preguntas urgentes sobre competencia: ¿qué tan fácil será para un banco pequeño, una fintech o un nuevo jugador conectarse sin depender de Aval? También hay riesgos operativos: un fallo técnico, una falla de seguridad o un ataque cibernético podrían comprometer miles de comercios de golpe.
Reguladores y entidades supervisoras tienen en sus manos la tarea de equilibrar innovación, eficiencia y competencia. Podrían exigir estándares interoperables, auditorías independientes o reglas que obliguen a apertura. Las fintech ya están reaccionando: muchas apuestan por soluciones híbridas, alianzas estratégicas o desarrollar infraestructura propia para no depender completamente del modelo dominante.
Para los inversionistas y actores del mercado, esta concentración en llaves y pagos digitales es un punto de inflexión. Invertir en infraestructura tecnológica compatible, en APIs abiertas o en soluciones neutrales puede ser la apuesta inteligente. Observar cómo evoluciona la relación entre Aval, los reguladores y los nuevos jugadores del ecosistema será clave para anticiparse a quién manda en la nueva era de pagos digitales en Colombia.