El optimismo temprano en Wall Street contrasta con el panorama político. Los futuros del S&P 500 y del Nasdaq avanzan levemente, mientras los inversionistas esperan una resolución al cierre parcial del gobierno en Washington. Aun así, el ánimo del mercado se mantiene firme, con el Dow Jones y el S&P 500 habiendo cerrado la semana anterior en niveles récord.
El apetito por riesgo también se refleja en el repunte de activos alternativos. El bitcoin superó los 125 000 dólares, un nuevo máximo histórico, impulsado por la creciente adopción institucional. En paralelo, el oro subió por encima de los 2 430 dólares por onza, reflejando una búsqueda de refugio frente a la incertidumbre política y económica.
En materia energética, el petróleo vuelve a ser protagonista. El barril de Brent se ubica cerca de los 89 dólares tras el anuncio de la OPEP+ de un modesto aumento en la producción, lo que alivia parcialmente las preocupaciones sobre la oferta pero mantiene la tensión por los conflictos en Medio Oriente. El crudo WTI se mantiene estable en torno a los 85 dólares.
El sector tecnológico también impulsa el ánimo del mercado. Las acciones de AMD suben con fuerza tras anunciar una alianza estratégica con OpenAI para desarrollar nuevos chips enfocados en inteligencia artificial, un movimiento que el mercado interpreta como un golpe directo a Nvidia. Tesla, por su parte, registra un avance moderado después de que su CEO insinuara el lanzamiento de un modelo más económico durante un evento programado para el martes.
Fuera de Estados Unidos, las bolsas europeas operan con ligeras ganancias, acompañadas de un repunte en Asia, donde el Nikkei 225 cerró con una subida del 0.7 %. En Latinoamérica, los mercados siguen la misma tendencia positiva: el IPC mexicano sube un 0.3 %, el Bovespa brasileño un 0.5 % y el Merval argentino repunta un 0.8 %, impulsado por el mejor tono global y el avance de las materias primas.
En conjunto, el inicio de semana muestra un mercado que, aunque atento a los riesgos políticos y monetarios, mantiene una visión optimista. Los inversionistas parecen apostar a que la economía estadounidense podrá resistir los sobresaltos de corto plazo y continuar con su impulso de crecimiento.