La jornada cambiaria dejó un golpe duro para la economía india: la rupia alcanzó los ₹88.62 por dólar, marcando un nuevo récord negativo y reflejando la pérdida de confianza de los inversionistas en medio de un entorno internacional adverso. Esta caída no es un hecho aislado, sino el resultado de varios factores que convergen al mismo tiempo.
Uno de los elementos más relevantes es la decisión de Estados Unidos de aumentar las tarifas para las visas H-1B, utilizadas principalmente por ingenieros y profesionales de tecnología de la India que trabajan en empresas estadounidenses. Este cambio encarece los costos para las compañías indias de outsourcing y servicios tecnológicos, que dependen en gran medida de este tipo de visados para mantener su competitividad. El impacto no es menor: se reduce la capacidad de generar ingresos en dólares, lo que afecta tanto a las empresas como al flujo de divisas hacia la India.
A este escenario se suma la política arancelaria de Washington, que ahora impone tasas de hasta 50 % sobre ciertos productos indios. Esto limita la capacidad exportadora y recorta márgenes de ganancia, afectando directamente la entrada de dólares a la economía. Además, las remesas, una fuente vital de divisas, podrían sufrir una disminución si se dificulta la movilidad laboral de trabajadores indios hacia Estados Unidos, lo que dejaría aún menos oxígeno al mercado cambiario.
El Banco de la Reserva de la India (RBI) ha intervenido en el mercado para tratar de contener la caída, principalmente mediante ventas de dólares a través de bancos estatales. Sin embargo, la estrategia es permitir una depreciación gradual y controlada que no genere distorsiones mayores. Si bien la inflación del país se mantiene dentro de un rango manejable cercano al 4.5 %, la pérdida de valor de la moneda genera incertidumbre y complica la planeación de las empresas que dependen de importaciones o financiamiento externo.
La rupia se ha convertido en una de las monedas asiáticas con peor desempeño en 2025, con una depreciación cercana al 3 % frente al dólar en lo que va del año. Aunque el impacto inmediato se siente en India, el efecto se extiende a otros mercados emergentes, donde la volatilidad cambiaria y las decisiones de política estadounidense siguen marcando la pauta para los flujos de capital.
Conclusión
La combinación de una moneda debilitada, mayores aranceles y un incremento en los costos de visas para trabajadores calificados coloca a la India en un terreno complicado. La rupia se enfrenta no solo a presiones macroeconómicas globales, sino también a decisiones políticas que afectan directamente su balanza de pagos. El reto ahora será cómo maneja el banco central la intervención en el mercado y qué medidas puede tomar el gobierno para contener el golpe al sector tecnológico y a las exportaciones.