La planta de Goodyear en Valencia fue durante décadas un emblema de la industria automotriz venezolana. Sin embargo, en diciembre de 2018 cerró sus puertas alegando condiciones adversas para operar en medio de sanciones y una economía en crisis. Desde entonces quedó bajo resguardo del Estado, que tomó control para evitar que se perdieran empleos y la infraestructura.
Hoy, tras casi siete años de paralización, el anuncio de su reactivación marca un nuevo capítulo. El ministro de Industrias explicó que la inversión inicial de más de 30 millones de euros estará enfocada en modernizar las líneas de producción, incorporar maquinaria con estándares internacionales y garantizar que los neumáticos fabricados en Carabobo puedan competir en calidad con los importados.
Además de la modernización tecnológica, el plan incluye la formación de los trabajadores, quienes durante estos años se mantuvieron en resistencia esperando la oportunidad de volver a sus puestos. El relanzamiento de la planta también busca convertir a Valencia en un polo industrial que fortalezca no solo la producción de cauchos, sino también la industria de autopartes.
El impacto económico esperado no es menor. Venezuela depende actualmente de la importación de gran parte de los neumáticos que se venden en el mercado local, lo que encarece los precios y limita la disponibilidad. Con la planta operativa, el gobierno asegura que podrá sustituir buena parte de esas compras externas y, en una segunda fase, incluso exportar a otros países de la región.
Los desafíos, sin embargo, son evidentes. La reactivación de una planta que lleva años detenida requiere un esfuerzo significativo en mantenimiento, capacitación técnica y estabilidad en la cadena de suministros. También será crucial garantizar que el financiamiento se mantenga en el tiempo y que la gestión estatal pueda combinarse con eficiencia y resultados concretos.
En cualquier caso, la reapertura de Goodyear en Valencia representa un paso simbólico y estratégico dentro de la política de reindustrialización del país. Si se logra consolidar, no solo se traducirá en neumáticos hechos en Venezuela, sino también en un impulso renovado a la confianza industrial y en una señal clara de que es posible recuperar espacios productivos perdidos.