La atención global sigue puesta en las tasas de interés. En Estados Unidos, la Reserva Federal mantiene su tasa de referencia en niveles altos después de un ciclo agresivo de endurecimiento, aunque los mercados ya descuentan recortes graduales en los próximos meses. En Europa, el Banco Central Europeo también se mueve con cautela: reconoce la mejoría en el frente inflacionario, pero evita comprometerse con un calendario fijo de reducciones para no arriesgar la estabilidad.
En América Latina, la situación es más compleja. Países como México y Perú han logrado avances importantes y hoy muestran inflaciones más cercanas a sus metas, lo que abre espacio para ajustes moderados en sus tasas. En cambio, Brasil enfrenta un escenario más tenso: las proyecciones de precios han subido y obligan al banco central a mantener su postura restrictiva por más tiempo, lo que encarece el crédito y limita la inversión. Chile, por su parte, se mueve con prudencia, consciente de que relajar demasiado pronto podría revertir los avances logrados. El promedio regional sigue mostrando tasas de dos dígitos, una cifra elevada que refleja la fragilidad de las economías frente a los choques externos.
La inflación ha mostrado un descenso paulatino, pero no desaparece como amenaza. En Estados Unidos y Europa los precios generales han cedido, aunque los servicios y los alquileres se mantienen firmes, impidiendo una caída más rápida. En América Latina, la tendencia también es a la baja, con varias economías reportando cifras en torno al 5 %, pero todavía lejos de los objetivos ideales. En naciones con mayor volatilidad estructural, como Venezuela y Bolivia, las presiones inflacionarias continúan siendo un riesgo latente que complica la planeación económica.
El comercio internacional atraviesa un reacomodo con implicaciones directas en los mercados emergentes. Las tensiones geopolíticas, los cambios en tarifas y la búsqueda de cadenas de suministro más seguras están modificando el flujo de mercancías. Para América Latina, dependiente de sus exportaciones de materias primas y productos agrícolas, este escenario se traduce en mayor vulnerabilidad: un descenso en la demanda global o un ajuste en los precios internacionales puede golpear sus monedas y reducir su crecimiento. No sorprende que organismos multilaterales hayan recortado las expectativas de expansión para la región, situándolas alrededor de un 2 % anual, un nivel insuficiente para cubrir las necesidades sociales y de inversión.
El panorama que se perfila hacia el cierre de 2025 es el de un mercado de divisas sensible a cada anuncio de política monetaria y a cada dato de inflación. Los bancos centrales se debaten entre aliviar la carga de las tasas y evitar un repunte de precios, mientras que los gobiernos de la región deben prepararse para un comercio menos predecible y más competitivo. Para los operadores de forex, entender estos matices será clave: la volatilidad no desaparecerá, pero quienes logren anticiparse a los movimientos podrán encontrar oportunidades valiosas en medio de la incertidumbre.