El oro ha dado señales de agotamiento después de su rally más reciente. La resistencia psicológica en torno a los 3,800 dólares ha demostrado ser un obstáculo difícil de superar, y desde ahí el precio ha retrocedido levemente. Los operadores ahora centran su atención en dos factores: la evolución del dólar y el rumbo de la política monetaria de Estados Unidos.
El billete verde ha recuperado terreno frente a las principales divisas, un hecho que encarece el oro para quienes compran en otras monedas y disminuye su atractivo como refugio. A la par, los rendimientos de los bonos del Tesoro se mantienen en niveles firmes, lo que incrementa el costo de oportunidad de mantener posiciones en un activo sin rendimiento como el oro.
La Reserva Federal, por su parte, mantiene un tono de cautela. Aunque el mercado sigue confiado en que habrá recortes de tasas más adelante en el año, Jerome Powell y otros miembros del comité han insistido en que las decisiones se tomarán reunión tras reunión y que todavía no hay espacio para relajarse demasiado. Esto ha sembrado dudas entre los inversores, que ven cada vez más probable que la Fed adopte una postura menos agresiva de lo que muchos esperaban.
El nivel de 3,750 dólares se ha convertido en un soporte clave en el corto plazo. Cada vez que el precio se acerca a esa zona aparecen compradores dispuestos a defender la tendencia. No obstante, una ruptura por debajo podría abrir la puerta a caídas hacia los 3,700 dólares o incluso más abajo. Por el lado contrario, superar de manera clara los 3,791 y 3,800 dólares devolvería el impulso alcista y podría marcar el inicio de una nueva etapa de máximos históricos.
El contexto macroeconómico sigue jugando un papel importante. Los datos recientes en Estados Unidos muestran señales de desaceleración en el mercado laboral y un consumo que pierde fuerza, lo que alimenta las apuestas por una política monetaria más laxa en los próximos meses. A esto se suman los riesgos geopolíticos globales, que mantienen al oro como un activo atractivo en momentos de incertidumbre.
Los próximos días serán determinantes, con la publicación del índice de precios de consumo personal (PCE), el indicador de inflación favorito de la Fed. Dependiendo del resultado, el mercado podría inclinarse hacia la expectativa de recortes de tasas más agresivos o, por el contrario, reforzar la narrativa de cautela que viene transmitiendo el banco central.
En conclusión, el oro se encuentra en una fase de pausa necesaria tras sus máximos históricos. La tendencia de fondo sigue siendo alcista, pero el metal está en una zona donde cualquier sorpresa desde el dólar, la Fed o los datos de inflación podría definir el siguiente gran movimiento. Para los traders latinoamericanos, los niveles de 3,750 y 3,800 dólares representan las fronteras que habrá que vigilar de cerca en las próximas sesiones.