La reunión entre Consecomercio y la Bolsa de Valores de Caracas, realizada a inicios de agosto, marcó el inicio de una agenda que busca acercar al comerciante al mundo de la bolsa. Se habló de organizar programas de formación, diseñar mecanismos accesibles para que pequeñas y medianas empresas puedan emitir valores y abrir un canal de colaboración institucional que permita darle más fuerza al mercado de capitales.
El presidente de la Bolsa, José Grasso Vecchio, destacó que el mercado de valores venezolano ha dado resultados positivos en 2025. Solo en los primeros siete meses del año, la rentabilidad de los principales instrumentos rondó el 70 % en dólares, lo que demuestra que invertir en bolsa ha sido mucho más atractivo que otras opciones financieras. De hecho, el índice bursátil en dólares registró un crecimiento superior al 60 % en el primer semestre. Estos números, en un entorno tan complejo como el venezolano, han motivado a diferentes gremios y empresas a explorar oportunidades dentro de este ecosistema.
Uno de los ejemplos más claros es el de Cashea, la fintech que en pocos meses logró que sus certificados de financiamiento bursátil representaran casi la mitad del monto negociado en la bolsa. Este modelo demuestra que las empresas de servicios y comercio no necesitan limitarse a los canales tradicionales, sino que pueden acudir a la bolsa para obtener liquidez y seguir operando.
El reto para Consecomercio será lograr que más empresarios entiendan cómo funciona el mercado de valores y confíen en él. La cultura bursátil en el país todavía es limitada y muchos comerciantes ven a la bolsa como un espacio lejano o exclusivo para grandes empresas. A esto se suma la incertidumbre económica, la volatilidad cambiaria y los costos regulatorios que pueden desanimar a los negocios más pequeños.
A pesar de esos desafíos, el interés de Consecomercio puede convertirse en un punto de quiebre. Si logra impulsar programas de capacitación y facilitar la entrada de sus afiliados al mercado, el gremio abriría una nueva puerta de financiamiento que hasta ahora ha estado desaprovechada por el comercio. Además, la Bolsa de Caracas ya viene desarrollando herramientas de emisión y colocación de valores diseñadas para empresas productivas, lo que facilitaría la integración del sector.
En conclusión, que el comercio venezolano empiece a mirar hacia la bolsa no solo es una señal de adaptación, sino también de necesidad. En un país donde el crédito bancario es limitado, el mercado de valores puede convertirse en una tabla de salvación para empresas que buscan mantenerse a flote y crecer. Si esta alianza prospera, podríamos estar frente al inicio de una nueva etapa de financiamiento para el sector comercio.