El repunte en las ventas de las droguerías a las farmacias tiene varios motores. Por un lado, se ha registrado un crecimiento en la cantidad de locales que abren sus puertas en distintas regiones del país. Varias cadenas regionales que antes no tenían presencia en la capital han iniciado una estrategia de expansión y hoy suman entre 50 y 80 farmacias, lo que incrementa la demanda de medicamentos y amplía la cobertura a los consumidores.
Otro factor determinante es la amplia disponibilidad de medicamentos fabricados en el país. Nueve de cada diez tratamientos que se venden en Venezuela son producidos localmente, lo que demuestra la capacidad de la industria nacional para abastecer al mercado. Las importaciones cumplen un papel más bien complementario, ayudando a completar la oferta en ciertas áreas específicas.
El panorama general también resulta alentador. De acuerdo con cifras de la Cámara de la Industria Farmacéutica, el mercado farmacéutico venezolano creció 23,4 % en el primer semestre de 2025, al pasar de 154,1 millones de unidades vendidas en farmacias a 190,2 millones. Solo en junio, la distribución de medicamentos aumentó 39 % frente al mismo mes del año anterior. Además, Venezuela mantiene uno de los precios promedio por unidad más bajos de América Latina, con 4,11 dólares (aproximadamente 250 bolívares), lo que representa una ventaja competitiva frente a otros países de la región.
La producción también viene en alza. Conindustria reportó un incremento de 35,3 % en 2024 y de 28,7 % en el primer trimestre de 2025. Cifar estima que este año podría cerrar con 380 millones de unidades distribuidas y un crecimiento de 17,7 %, mientras que otros gremios calculan que la producción local de medicamentos podría aumentar 20 % hacia finales de 2025.
A pesar de estos avances, los retos no desaparecen. Los márgenes comerciales son muy ajustados, lo que limita la capacidad de reinversión. El financiamiento sigue siendo escaso, pues la banca no está ofreciendo créditos productivos en condiciones competitivas, y la industria insiste en que se reactive el apoyo fiscal para impulsar nuevas inversiones. A esto se suma un poder adquisitivo que sigue debilitado, lo cual afecta la capacidad de compra de muchos venezolanos, y dificultades logísticas como los altos costos de transporte, el pago de tributos y problemas en el suministro eléctrico.
En conclusión, el sector farmacéutico venezolano atraviesa una etapa de crecimiento apoyada en la producción local y en la expansión de farmacias, pero aún necesita un entorno económico más favorable para consolidar esa tendencia. Si se logran mejorar las condiciones de financiamiento y logística, la industria podría convertirse en uno de los motores más estables de la economía nacional en lo que resta del 2025.