El crecimiento de Cashea ha sido meteórico. Desde su lanzamiento en 2022, la aplicación ha logrado atraer a más de seis millones de usuarios activos y a unos seis mil comercios afiliados en todo el país. El modelo “compre ahora y pague después” cayó como anillo al dedo en un entorno donde el crédito bancario prácticamente desapareció tras las severas restricciones de encaje legal que impuso el Banco Central. En lugar de cuotas impagables o intereses elevados, la fintech ofrece compras a plazos sin intereses, lo que abrió la puerta a millones de familias que no podían financiar ni siquiera gastos básicos.
Durante 2023, Cashea procesó cientos de miles de operaciones al mes y cerró ese año con más de dos millones de usuarios. Desde entonces, la curva de crecimiento se ha acelerado y en la actualidad ya supera los seis millones de clientes, lo que significa que casi la mitad de la población adulta en Venezuela ha tenido algún contacto con la app. El éxito no se limita a la cantidad de usuarios: la tasa de morosidad es de apenas 1 %, un dato sorprendente en un país con alta inflación y fuerte inestabilidad económica.
La clave ha estado en democratizar el acceso al crédito en sectores que históricamente han sido excluidos del sistema bancario. Buena parte de los clientes de Cashea pertenecen a los estratos socioeconómicos C, D y E, personas que difícilmente logran una tarjeta de crédito o un préstamo en la banca. En estos segmentos, la posibilidad de financiar compras de alimentos, medicinas o electrodomésticos básicos representa un alivio directo para el bolsillo.
La empresa también apunta hacia sectores estratégicos como supermercados y farmacias, donde busca consolidar su presencia en el consumo diario. Además, trabaja para reducir cada vez más el monto de la inicial que se exige en las compras, con la meta de llegar a ofrecer financiamiento con 0 % de pago inicial, lo que multiplicaría aún más su alcance.
No obstante, el modelo también enfrenta retos. Uno de los más importantes es garantizar liquidez a los comercios afiliados, que en muchos casos deben esperar por los pagos. Para resolverlo, Cashea ha empezado a explorar opciones en el mercado de valores, como la emisión de certificados bursátiles, que permitirían adelantar fondos a los aliados comerciales sin comprometer el flujo de caja.
Con proyecciones de ingresos que rondan los 200 millones de dólares, una participación de mercado abrumadora y una base de clientes que crece cada día, Cashea se ha consolidado como la fintech más influyente del país. Su desafío será mantener la morosidad baja, seguir ganándose la confianza de los usuarios y, al mismo tiempo, adaptarse a un entorno regulatorio que seguramente pondrá la lupa sobre un modelo que ya es demasiado grande para pasar desapercibido.
En definitiva, Cashea no solo está redefiniendo la forma en que los venezolanos compran y financian, sino que también está marcando el camino para lo que podría ser una nueva etapa del crédito en Venezuela: más digital, más inclusiva y, sobre todo, más cercana a la realidad del consumidor común.