La decisión del banco central llega tras semanas de especulación en el mercado. La mayoría de analistas ya adelantaba que el ajuste sería moderado, justo en la magnitud anunciada, pues el entorno económico no deja espacio para movimientos más agresivos. Por un lado, el Indicador Global de la Actividad Económica registró una caída de 1.2 % en julio, reflejo de la desaceleración que atraviesa el país. Por el otro, la inflación general sorprendió al alza en la primera quincena de septiembre al llegar a 3.74 % anual, aunque la principal preocupación para la Junta de Gobierno sigue siendo la subyacente, que permanece por encima del rango meta.
El voto en contra de Jonathan Heath muestra que dentro de Banxico no hay consenso total sobre la velocidad con la que deben relajarse las condiciones monetarias. Mientras algunos miembros consideran indispensable estimular la economía, otros insisten en que un recorte más agresivo podría poner en riesgo el control de precios.
Para los mexicanos, esta baja en la tasa de referencia puede traducirse en un respiro en el costo del crédito. Los préstamos personales, automotrices e hipotecarios que están ligados a la tasa de Banxico tenderán a ajustarse a la baja, aunque el efecto será gradual y dependerá de la competencia entre bancos. En el sector empresarial, se espera que las condiciones de financiamiento más favorables ayuden a incentivar proyectos de inversión que han estado en pausa.
Sin embargo, no todo es positivo. Un recorte de tasas también puede presionar al peso frente al dólar, sobre todo si los inversionistas internacionales perciben que los rendimientos locales se vuelven menos atractivos. Además, si la inflación vuelve a repuntar, Banxico podría detener este ciclo de recortes antes de lo previsto.
En conclusión, Banxico ha optado por dar un paso firme pero cauteloso. El recorte a 7.50 % busca reactivar la economía sin perder de vista el fantasma de la inflación. El futuro dependerá de la evolución de los precios y del ritmo de recuperación económica. Por ahora, la atención del mercado estará puesta en si este movimiento logra realmente aliviar la presión sobre el consumo y la inversión sin desatar nuevas tensiones en los precios.