Desde hace algunos años ya se venían registrando subidas notables en los cánones de arriendo en Medellín. El fenómeno llamado “gentrificación”, sumado al uso creciente de propiedades para alquileres temporales o turísticos, ha jugado un papel importante en esa escalada. En zonas centrales y de alto atractivo urbano, la competencia por los inmuebles se intensifica.
A esto se suman factores como el alza de los costos operativos (mantenimiento, servicios públicos) y la presión inflacionaria general, que termina trasladándose al precio del arriendo. La topografía del Valle de Aburrá también añade un componente adicional: hay limitaciones para expandir la ciudad horizontalmente, lo que reduce la oferta de suelo útil para vivienda, especialmente en barrios con buena conectividad.
Cuando comparamos con Bogotá, se observa que en promedio los alquileres en Medellín pueden ser hasta un 7 % más altos. En el centro de Medellín, por ejemplo, un apartamento de una habitación puede alcanzar precios cercanos a los COP $1.997.968, mientras que para unidades de tres habitaciones los valores pueden pasar los COP $3.400.000 dependiendo de la calidad y ubicación. En zonas más alejadas, los precios bajan, pero siguen siendo altos en comparación con el pasado.
Este repunte en los arriendos genera una carga adicional para quienes viven de alquiler. Los hogares de ingresos medios o bajos podrían verse desplazados hacia la periferia, aumentando sus gastos en transporte y tiempo de desplazamiento. Para los inversionistas inmobiliarios, Medellín sigue ofreciendo oportunidades, pero crece también el riesgo de burbujas o correcciones bruscas si la economía local se enfría.
Desde el ámbito público, esta nueva realidad obliga a repensar políticas de vivienda: incentivar proyectos asequibles en zonas emergentes, regular los contratos de arriendo o fomentar densificación urbana en sitios bien conectados podrían ser algunas rutas. También es vital que las entidades que ejercen supervisión económica y financiera consideren cómo el encarecimiento del arrendamiento afecta la estabilidad de los hogares endeudados o con créditos.