El regreso de Grupo México a la contienda por Banamex no es menor. La compañía encabezada por Germán Larrea reaparece con una oferta más sólida, buscando capitalizar una oportunidad que hace dos años había dejado pasar. Esta nueva propuesta llega cuando Citigroup se preparaba para lanzar la oferta pública inicial de Banamex, pero la irrupción del conglomerado mexicano vuelve a agitar las aguas.
Según trascendió, la oferta de Grupo México plantea adquirir un cuarto del banco a 0.85 veces su valor contable y el resto a 0.80 veces, mejorando las condiciones planteadas anteriormente por otros inversionistas. El mensaje es claro: el interés sigue vivo y el compromiso financiero es real.
Citigroup, sin embargo, no ha cerrado la puerta a su estrategia original. El gigante estadounidense insiste en que su plan de colocar Banamex en el mercado bursátil sigue siendo su principal apuesta, ya que le permitiría controlar el proceso y maximizar el valor para sus accionistas. Pero el atractivo de una venta directa, en efectivo y a un grupo sólido con presencia en México, podría acelerar decisiones.
En este juego de poder, los tiempos son cruciales. Cualquier operación de compra-venta requerirá la aprobación de la Comisión Nacional Bancaria y de Valores (CNBV) y la COFECE, lo que podría extender los plazos hasta bien entrado 2026. Además, Citigroup exigirá garantías de “cierre seguro”, lo que implica demostrar solidez financiera y viabilidad operativa para evitar riesgos de incumplimiento.
El movimiento de Larrea también tiene una lectura política y simbólica. Banamex, fundado hace más de 140 años, ha sido emblema de la banca mexicana. Su eventual regreso a manos nacionales representaría un golpe de efecto, en línea con el impulso del gobierno mexicano por reforzar el control local del sistema financiero. Para Grupo México, sería un paso histórico: pasar de la minería y transporte a consolidarse como un jugador de peso en el sector bancario.
Aunque en algún momento Banorte también expresó interés, el banco regiomontano parece haber dejado de lado esa posibilidad. Esto deja el camino más despejado para Larrea, aunque la competencia podría reactivarse si Citigroup decide escuchar más postores.
El impacto potencial de esta operación es profundo. Una adquisición de este calibre podría alterar la estructura competitiva del sistema bancario nacional, modificar la dinámica de créditos y depósitos, y detonar una nueva ola de inversión tecnológica en la banca mexicana. Además, para el propio Grupo México, sería una diversificación estratégica que reduciría su dependencia de los precios internacionales de los metales.
Más allá de los números, la negociación representa un pulso entre dos visiones: la de Citigroup, que apuesta por una salida ordenada y global, y la de un Grupo México que ve en Banamex una oportunidad de recuperar identidad financiera nacional. Lo que ocurra en las próximas semanas marcará el rumbo de uno de los capítulos más importantes de la historia reciente del sistema financiero mexicano.
Conclusión:
El regreso de Grupo México al tablero de Banamex no solo reaviva una negociación que parecía cerrada, sino que también abre un debate de fondo: ¿debería el control de uno de los bancos más emblemáticos de México volver a manos nacionales? Entre estrategias corporativas, tensiones regulatorias y visión de país, el desenlace de esta historia podría definir el futuro de la banca mexicana por la próxima década.