El panorama económico colombiano entra a su recta final del año con señales mixtas. Por un lado, el crecimiento ha logrado mantenerse en terreno positivo gracias al consumo interno y al gasto público, que siguen siendo los principales motores de la actividad económica. En los primeros meses de 2025, el Producto Interno Bruto creció 2,7 %, un resultado que, aunque modesto, representa una leve mejora frente al ritmo de 2024. Sin embargo, la inversión privada continúa rezagada, afectada por los altos costos financieros y la incertidumbre fiscal.
El Gobierno y el sector productivo coinciden en que la recuperación es real, pero todavía débil. Las proyecciones de entidades como Bancolombia y Fedesarrollo ubican el crecimiento total del año alrededor del 2,6 %, con la expectativa de que la economía pueda acercarse al 3 % si el consumo se mantiene estable y la inflación sigue bajando.
En materia de precios, la inflación sigue siendo el gran reto. El índice de precios al consumidor se mantiene cerca del 5 % anual, con aumentos importantes en rubros como arriendos, alimentos y servicios públicos. Aunque el Banco de la República espera cerrar el año en torno al 4,4 %, todavía está lejos del 3 % que considera su meta ideal. Esa persistencia inflacionaria explica por qué la autoridad monetaria ha decidido mantener la tasa de interés de referencia en 9,25 %, apostando por una estrategia prudente antes de iniciar recortes más agresivos.
Esa política de cautela, sin embargo, tiene un costo. El crédito continúa caro, lo que limita el acceso a financiamiento de las empresas y frena nuevas inversiones. Para muchos analistas, la reducción de tasas podría empezar a verse hacia finales de año, siempre y cuando la inflación ceda y el entorno internacional no se complique.
El otro gran frente que preocupa es el fiscal. El Ministerio de Hacienda reportó que la deuda neta del Gobierno Nacional ya alcanza el 61,5 % del PIB, dos puntos más que al cierre de 2024. El déficit, por su parte, se proyecta en 7,1 % del PIB, una cifra que obliga al Gobierno a buscar nuevas fuentes de ingresos. En ese contexto, se prepara una reforma fiscal que podría recaudar alrededor de 26 billones de pesos en 2026, con el objetivo de aliviar las finanzas públicas y recuperar la confianza de los mercados.
La presión sobre las cuentas del Estado también ha llevado a las calificadoras internacionales a encender las alarmas. Colombia paga hoy una de las deudas más caras entre las economías emergentes de la región, y cualquier error en la gestión fiscal podría generar un impacto inmediato sobre la confianza inversionista y el tipo de cambio.
El cierre de 2025 será determinante para el rumbo económico del país. La economía muestra señales de resistencia, pero enfrenta desafíos serios que limitan su capacidad de crecer más rápido. Los analistas coinciden en que el verdadero punto de inflexión vendrá cuando el Gobierno logre reducir la inflación de forma sostenida, recuperar espacio fiscal y dar señales claras de estabilidad para el próximo año.
Colombia, en definitiva, entra al último tramo del año con un panorama que mezcla cautela y esperanza. Si la política económica logra equilibrar el control de precios con una gestión fiscal responsable, 2026 podría iniciar con mejores vientos para los mercados y para los hogares.