El reporte de ADP mostró que el empleo en el sector privado de Estados Unidos tuvo una contracción inesperada en septiembre. La cifra sorprendió porque los analistas anticipaban un crecimiento positivo, pero ocurrió todo lo contrario: el mercado laboral perdió dinamismo y encendió las alertas sobre la solidez de la economía más grande del mundo.
Las pérdidas provinieron sobre todo de las pequeñas y medianas empresas, que en conjunto redujeron miles de puestos, mientras que las grandes corporaciones, aquellas con más de 500 trabajadores, lograron sumar cerca de 33,000 empleos. El contraste refleja la brecha en la capacidad de resistencia: las empresas con mayor músculo financiero pueden seguir contratando, mientras que las más chicas están ajustando operaciones para sobrevivir.
Por sectores, los recortes fueron más notorios en ocio y hospitalidad, servicios profesionales, comercio, transporte, construcción y manufactura. En contraste, actividades como educación, salud e información reportaron un modesto crecimiento, insuficiente para compensar la caída general.
La explicación detrás de este freno está en un entorno cada vez más incierto. Factores como la desconfianza empresarial, la cautela para abrir nuevas plazas y la decisión de no sustituir vacantes han debilitado la creación de empleos. A esto se suma que el cierre parcial del gobierno de Estados Unidos retrasó la publicación del informe oficial de empleo, lo que dio más relevancia al reporte de ADP de este mes.
La lectura para los mercados financieros es clara: un mercado laboral más débil abre la puerta a que la Reserva Federal mantenga o incluso acelere los recortes de tasas de interés en los próximos meses. El banco central ya había iniciado un ciclo de relajación monetaria para apoyar a la economía, y este dato puede ser el argumento perfecto para continuar.
Para México y América Latina, este tropiezo no es menor. Una desaceleración en la economía estadounidense puede afectar las remesas que millones de familias mexicanas reciben, limitar la inversión extranjera y mover los flujos de capital hacia o fuera de mercados emergentes dependiendo de la reacción de la Fed. Todo esto en un contexto donde el peso mexicano y la Bolsa Mexicana de Valores son altamente sensibles a lo que ocurra con el dólar y las tasas en Estados Unidos.
En conclusión, la pérdida de 32,000 empleos privados en septiembre confirma que el mercado laboral estadounidense comienza a mostrar grietas después de un periodo de resiliencia. Para las pequeñas y medianas empresas es un golpe directo, mientras que las grandes aún resisten. La señal es de cautela: si la economía de Estados Unidos sigue perdiendo fuerza, el impacto en México se hará sentir tanto en los hogares como en los mercados financieros.