Desarrollo de la noticia
El mercado del oro vivió una jornada histórica al marcar un nuevo máximo en torno a los 3,830 USD por onza. El impulso alcista no llegó de la nada: los inversionistas reaccionaron a un escenario político complicado en Washington, donde la falta de consenso presupuestal amenaza con paralizar al gobierno federal en los próximos días. La sola posibilidad de un cierre administrativo bastó para activar compras masivas en activos de refugio.
A esto se sumó un dólar debilitado, que volvió más atractivas las compras de oro para los inversionistas internacionales. Además, las señales de que la Reserva Federal podría mantener la puerta abierta a nuevos recortes de tasas fortalecieron la idea de que el metal dorado puede seguir siendo uno de los grandes ganadores en lo que resta del año.
El movimiento no se limitó al oro. La plata alcanzó precios no vistos en 14 años, superando los 46 USD por onza, mientras que el platino trepó a niveles de hace más de una década, acercándose a los 1,600 USD. Estos repuntes reflejan que los inversionistas están buscando alternativas sólidas frente a un escenario de volatilidad cambiaria y riesgos políticos.
Las bolsas, en cambio, reaccionaron con moderación. Mientras algunas acciones lograron avances leves, la atención del mercado se mantuvo enfocada en los metales y en la evolución del dólar. En América Latina, la presión de un billete verde más débil puede ofrecer un respiro temporal a las monedas locales, pero también plantea un dilema: la volatilidad internacional puede trasladarse con fuerza a la región, afectando tasas de interés y flujos de inversión.
El panorama hacia adelante dependerá de dos factores centrales. Primero, de si el Congreso estadounidense logra evitar el cierre del gobierno en las próximas horas. Segundo, de cuánto margen se tome la Fed para recortar tasas en lo que queda del año. Si ambas variables se inclinan hacia la inestabilidad y la relajación monetaria, el oro podría extender su escalada hacia nuevos récords.
Conclusión
El metal dorado no solo alcanzó un máximo histórico, sino que se consolidó como el principal termómetro de la incertidumbre global. En medio de tensiones políticas y señales de una Fed más flexible, el oro se confirma como el refugio preferido de los inversionistas. Para América Latina, este escenario abre tanto riesgos como oportunidades, en un momento donde la volatilidad marca la pauta de los mercados.