El Bono Contra la Guerra Económica se ha convertido en un ingreso fundamental para los más de cinco millones de pensionados del país, que mes a mes dependen de este aporte adicional que llega a través del Sistema Patria. Con este ajuste, los beneficiarios recibirán un monto superior al del mes pasado, lo que refleja un incremento que ronda el 25 % en términos de bolívares. Sin embargo, al compararlo con el costo de la canasta básica, que ya supera con creces los 300 dólares, la brecha sigue siendo enorme.
El pago se está depositando de manera progresiva y los pensionados son notificados mediante mensajes de texto y a través de la aplicación veMonedero, donde luego pueden transferir el dinero a sus cuentas bancarias. Para muchos, este bono es la única forma de cubrir parte de los gastos diarios en alimentación, transporte o medicinas, aunque sigue quedándose corto ante la inflación que golpea el bolsillo de los venezolanos.
Si bien el aumento es una señal de que el Gobierno intenta responder al reclamo constante de los jubilados y pensionados, la realidad es que el monto apenas alcanza para cubrir una pequeña porción del gasto familiar. En ciudades como Caracas, un mercado básico puede superar fácilmente los 2.500 bolívares, mientras que en Maracaibo la situación es todavía más crítica, con precios que se disparan y reducen aún más el alcance de este ingreso.
El reto sigue siendo enorme: la pensión mensual más este bono no garantizan el acceso a una vida digna, y la población de adultos mayores continúa dependiendo de la ayuda de familiares o de trabajos informales para complementar sus ingresos.
En conclusión, el incremento a 6.700 bolívares es un alivio parcial y momentáneo, pero está lejos de ser una solución real al problema estructural de los pensionados. Mientras no se implementen medidas económicas más profundas que estabilicen los precios, cada ajuste terminará siendo insuficiente frente a la inflación.