La disputa se da en un clima político altamente polarizado. El presidente Donald Trump tiene hasta la medianoche del martes para evitar que la administración federal entre en un parate, en un episodio que recuerda al “shutdown” más largo de la historia, ocurrido durante su primer mandato. El estancamiento entre republicanos y demócratas gira en torno a las condiciones para extender el presupuesto por unas semanas y darle oxígeno a las cuentas públicas.
Mientras los republicanos culpan a la oposición por bloquear un acuerdo, los demócratas sostienen que la falta de negociación real es del oficialismo. La pelea no es solo legislativa: detrás se juegan temas de salud pública, recortes de gasto y la pulseada política en un año electoral.
Para Wall Street, un cierre del gobierno puede tener varias consecuencias. Por un lado, paralizaría agencias federales y retrasaría publicaciones de datos económicos clave, lo que dejaría a los inversores con menos información para anticipar la política de la Fed. Por otro, podría impactar en el gasto de los hogares si se suspenden temporalmente salarios a empleados públicos, un golpe directo al consumo en la mayor economía del mundo.
Los analistas calculan que la probabilidad de un cierre es del 60%, aunque recuerdan que en episodios anteriores, como en 2023, se logró un acuerdo de último minuto que evitó el parate. Sin embargo, la diferencia ahora es que la polarización política está en su punto más alto y eso aumenta la desconfianza del mercado.
Trump convocó a los líderes de ambos partidos a la Casa Blanca en un intento de última hora para evitar el quiebre. La reunión incluirá a referentes del Senado y la Cámara de Representantes, aunque en los días previos las negociaciones habían estado prácticamente congeladas.
La preocupación de los inversores no se limita a Estados Unidos. En el mundo emergente, y particularmente en países como Argentina, un cierre del gobierno norteamericano suele generar volatilidad adicional en los mercados financieros, con impacto sobre el dólar y los flujos de capitales.
En definitiva, la cuenta regresiva hacia el 1 de octubre mantiene en vilo a Wall Street. Si el Congreso no consigue un acuerdo, la incertidumbre se trasladará de inmediato a los mercados, reforzando la idea de que la política se convirtió en uno de los principales riesgos para la economía global.