El anuncio de Trump marca un giro en la política comercial hacia el sector del hogar. A partir del próximo 1 de octubre, Estados Unidos impondrá un arancel del 50 % sobre gabinetes, tocadores y muebles de baño, además de un 30 % sobre sofás y productos tapizados. El objetivo es claro: reforzar la industria nacional frente a lo que el expresidente llama una “inundación” de importaciones, principalmente provenientes de Asia.
El volumen de importaciones muestra la magnitud del impacto: en 2024 Estados Unidos compró muebles y accesorios por más de 44 mil millones de dólares, de los cuales más de 8 mil millones correspondieron a gabinetes y muebles de madera, y más de 6 mil millones a productos tapizados. De confirmarse la aplicación de estos nuevos gravámenes, los flujos comerciales podrían alterarse de manera drástica.
El mercado reaccionó de inmediato. Entre los beneficiados estuvieron compañías con una base sólida de producción local. MasterBrand, que opera quince plantas en suelo estadounidense, vio cómo sus acciones se disparaban alrededor de un 6 %. MillerKnoll también fue de los que ganaron, con un repunte cercano al 3 %. Empresas como La-Z-Boy y Ethan Allen, que cuentan con mayor integración doméstica, también registraron alzas.
En contraste, firmas altamente dependientes de importaciones experimentaron caídas. RH, la compañía antes conocida como Restoration Hardware, perdió valor en bolsa al igual que Williams-Sonoma. Wayfair, cuyo modelo de negocio descansa fuertemente en compras internacionales, también sufrió descensos notables.
Los analistas señalan que las grandes empresas probablemente tengan margen para adaptarse al nuevo escenario, aunque con costos adicionales. Sin embargo, las compañías pequeñas, que operan con márgenes más ajustados y sin cadenas de suministro diversificadas, enfrentan un panorama mucho más complicado.
Una de las preguntas que más preocupa es quién pagará la factura de estos aranceles. La respuesta apunta al consumidor final. En un entorno donde la inflación ya presiona el bolsillo, la posibilidad de que los precios de muebles y accesorios suban es casi inevitable. Esto podría reducir la demanda y al mismo tiempo incrementar la competencia entre fabricantes que buscan trasladar solo una parte del costo para no perder clientes.
Para países exportadores como China, Vietnam, México o Italia, la medida también genera incertidumbre. Habrá que ver cómo se redistribuyen las cadenas de producción y si algunos de ellos logran sacar ventaja de la situación con acuerdos bilaterales o ajustes en sus costos de producción.
Conclusión
El sector del mobiliario se convierte en el nuevo frente de batalla en la guerra comercial estadounidense. Mientras unos actores bursátiles celebran la oportunidad de crecer con menos competencia extranjera, otros se ven obligados a recalcular su modelo de negocio. Para los inversionistas, el mensaje es claro: las compañías con fabricación local parecen estar mejor posicionadas. Para los consumidores, en cambio, la consecuencia más probable será pagar más por los mismos productos.