El Hospital Oncológico de Solca en Quito inauguró su nueva planta solar fotovoltaica, una obra que demandó una inversión de 1,2 millones de dólares y que ya empieza a transformar su modelo de gestión. Al ser un centro que funciona las 24 horas del día, los costos de electricidad representan una carga pesada, por lo que esta alternativa de energía renovable llega como un alivio financiero importante.
Con la entrada en operación de esta planta, se espera cubrir aproximadamente una cuarta parte de la demanda energética del hospital. Eso significa un ahorro considerable en la factura eléctrica, recursos que ahora podrán ser redirigidos a la compra de equipos médicos, medicamentos y tratamientos para los pacientes que enfrentan el cáncer.
El impacto ambiental también es relevante. La producción de energía limpia permitirá evitar la emisión de unas 600 toneladas de dióxido de carbono al año, aportando a la reducción de la huella de carbono en la capital. En un contexto en el que los hospitales suelen ser grandes consumidores de electricidad, este tipo de iniciativas sientan un precedente en la región.
La decisión de Solca Quito no solo responde a una necesidad de eficiencia económica, sino que también refuerza un compromiso social y ambiental. Con este paso, la institución busca asegurar mayor estabilidad en sus operaciones y reducir la dependencia de un sistema eléctrico cada vez más costoso.
El proyecto se convierte en un ejemplo para otros hospitales del país, que enfrentan el mismo desafío de altos costos de operación. Apostar por energías renovables en el sector salud puede marcar la diferencia entre sostener gastos crecientes o liberar recursos para atender directamente a los pacientes.
La planta solar de Solca Quito, más que un proyecto energético, es una estrategia de futuro. Cada dólar ahorrado en electricidad se transformará en más tratamientos, en más atención y en nuevas oportunidades de vida para los pacientes que acuden al hospital en busca de esperanza.