La directora ejecutiva de ProInversión confirmó que los seis proyectos representan una oportunidad histórica para Piura, una región con alto potencial económico pero con brechas persistentes en infraestructura y servicios. En el sector de agua y saneamiento destacan la planta desalinizadora Paita–Talara y la PTAR Talara, con una inversión cercana a los US$ 150 millones, que permitirá asegurar el suministro de agua para más de 300 mil habitantes del norte.
En transporte se prioriza la carretera Empalme 1B – Buenos Aires – Canchaque, ubicada en la provincia de Huancabamba, cuyo costo estimado asciende a US$ 179 millones y que busca mejorar la conectividad rural y facilitar el movimiento de productos agrícolas. En salud, el Hospital de Apoyo II-2 de Sullana es una de las apuestas más relevantes: demandará unos US$ 193 millones y beneficiará a más de 645 mil personas con servicios médicos modernos.
Uno de los proyectos más grandes será el desarrollo no metálico en Sechura, con una inversión estimada en US$ 2,100 millones, orientado a aprovechar el potencial minero de la zona sin afectar la sostenibilidad ambiental. A estos se suman dos iniciativas eléctricas por US$ 147 millones que reforzarán la red energética regional y favorecerán tanto a zonas urbanas como rurales.
El impacto económico será importante. Solo la ejecución de estas obras generará miles de puestos de trabajo directos e indirectos, además de dinamizar sectores como la construcción, transporte, servicios y comercio local. Piura, que ya ha recibido más de US$ 4,000 millones en adjudicaciones APP y PA en los últimos años, podría consolidarse como una de las regiones más atractivas para la inversión privada en el norte.
El Gobierno apuesta por consolidar este modelo como motor de desarrollo regional, y para ello ProInversión busca trabajar de manera articulada con el Ministerio de Economía y Finanzas, los gobiernos locales y las comunidades. El reto será ejecutar con transparencia, asignar bien los riesgos y garantizar resultados sostenibles en el tiempo.
Si la gestión avanza según lo previsto, Piura podría convertirse en un caso emblemático de cómo la inversión privada, bien estructurada, puede cerrar brechas sociales y generar progreso real. Las obras en agua, salud, transporte y energía no solo transformarán la infraestructura, sino que también marcarán una nueva etapa de desarrollo para toda la región.