La orden del mandatario llega en un momento crítico para el sector textil. En los últimos meses, empresas emblemáticas han enfrentado caídas en ventas y crecientes dificultades para competir con plataformas internacionales que venden prendas a precios difíciles de igualar. Por eso, en el Ministerio de Comercio ya se trabaja en un decreto que aplique esta eliminación arancelaria por un periodo inicial de un año, beneficiando a importadores de hilados, fibras y mezclas sintéticas que son insumos claves para la confección nacional.
Con esta medida, el Gobierno espera que las empresas locales puedan producir a menor costo, mantener empleos y ganar espacio frente a las importaciones. Sin embargo, el reto será garantizar que la decisión no abra la puerta al contrabando o a una dependencia excesiva de insumos extranjeros. Por ello, las autoridades deberán definir con precisión qué productos se verán cobijados por la exención y reforzar los controles aduaneros.
La apuesta de Petro también busca responder a un contexto global cada vez más desafiante. Mientras Colombia busca aliviar la carga interna para su industria, se adelantan gestiones con Estados Unidos para negociar la eliminación de aranceles del 10 % que afectan a exportaciones nacionales. La coordinación de estas políticas será vital para evitar desequilibrios y consolidar una estrategia comercial sólida.
Si la medida se ejecuta con rigor técnico y acompañamiento a las empresas, podría significar un respiro real para un sector que genera miles de empleos en regiones como Antioquia, Valle del Cauca y Cundinamarca. La eliminación de aranceles no es una solución mágica, pero sí un paso firme hacia una política industrial más moderna y competitiva, centrada en fortalecer la producción nacional sin cerrarse al mundo.