El dólar se mantiene fuerte en el mercado colombiano, cotizándose alrededor de los $3.880 y rozando nuevamente los $3.900 en algunos puntos de negociación. Aunque el movimiento parece moderado, la tendencia es clara: los inversionistas están buscando refugio en el dólar ante la incertidumbre económica global.
El comportamiento del peso está directamente ligado a la inflación. El último dato del IPC en Colombia mostró una variación ligeramente superior a lo esperado, lo que aumenta la posibilidad de que el Banco de la República mantenga una postura monetaria restrictiva por más tiempo. Si la tasa de intervención no baja pronto, la economía podría perder ritmo, pero si lo hace demasiado rápido, la moneda se debilitaría aún más. Es un equilibrio complejo que el banco central está intentando sostener.
Por otro lado, el entorno internacional no ayuda. La Reserva Federal de Estados Unidos ha enviado señales mixtas sobre sus futuras decisiones, y cada declaración de sus miembros genera movimientos en las divisas emergentes. A esto se suman los temores sobre la desaceleración de China y la volatilidad del petróleo, dos variables que impactan de forma directa las cuentas externas de Colombia.
El peso colombiano ha demostrado cierta resistencia en los últimos meses, pero su vulnerabilidad frente a eventos externos sigue siendo alta. Los analistas consideran que si el dólar supera con fuerza la barrera de los $3.900 COP, podría abrirse un espacio para nuevas presiones al alza. Sin embargo, si el mercado global recupera el apetito por el riesgo, el peso podría recuperar parte del terreno perdido y volver a niveles cercanos a $3.800.
En los próximos días, los ojos estarán puestos en los datos de inflación de Estados Unidos y en los próximos comunicados del Banco de la República. Ambos elementos serán decisivos para definir si el peso logra estabilizarse o si continúa la escalada del dólar en el corto plazo.