Para el año 2025, Moody’s coloca al Perú como uno de los países con mayor dinamismo en Latinoamérica, estimando un crecimiento cercano al 3,3 %. Este salto estaría respaldado por un entorno externo en favor del país —altos precios del cobre, inflación controlada—, pero no sin advertencias: factores internos como la credibilidad fiscal, la gobernabilidad y la fortaleza institucional aparecen como los grandes retos por resolver.
El informe de Moody’s sostiene que el crecimiento del 3,3 % no es un simple cálculo optimista: está fundado en pilares reales del desempeño económico peruano. El alza sostenida del precio del cobre da un soporte clave para las exportaciones y los términos de intercambio, mientras que la inflación moderada permite que los hogares y empresas respiren un poco más. Además, se espera que un mayor gasto público e inversión en infraestructura inyecten energía extra al motor económico.
Pero Moody’s no es ciega ante los obstáculos. Más allá de lo que los números exteriores prometen, destaca que el país enfrenta “una ventana desaprovechada”: si todo saliera idealmente, bajo esos términos de intercambio, Perú podría crecer hasta cerca del 5 %. El problema, según la calificadora, es que las limitaciones políticas, la pérdida de credibilidad fiscal y la fragilidad institucional le impiden alcanzar ese techo.
Dentro de esas advertencias, el factor fiscal es central. Moody’s señala que la historia reciente de incumplimientos o revisiones de metas genera dudas. Si el país no muestra señales claras de disciplina —o si hay retrocesos bruscos—, esa incertidumbre puede minar inversiones y confianza a mediano plazo. A esto se suma el clima político, sobre todo en un año en que las campañas electorales comienzan a tomar fuerza, generando más ruido que certezas.
Otro punto delicado es el aprovechamiento efectivo del boom de precios internacionales. Moody’s recuerda que aunque las cifras externas apoyan, internamente el Perú no ha sido capaz de capitalizar al máximo esa coyuntura. La estructura productiva, los cuellos de botella institucionales o la lentitud en reformas acotan el alcance del viento de cola.
Aun así, el pronóstico de 3,3 % representa una apuesta significativa: mayor que la estimación promedio regional, pero menos agresiva de lo que podría sugerir el escenario de materias primas. Para 2026, Moody’s vislumbra una moderación hacia el 3 %, en parte por el desgaste político y la necesidad de ajustes fiscales más profundos.
Para quienes observan desde el mundo empresarial, inversor o político, este reporte es una luz de alerta: el Perú puede crecer más de lo esperado, pero solo si logra apuntalar su gobernanza, credibilidad y capacidad institucional. Mientras tanto, ese escenario favorable está ahí, esperándonos: dar un paso en falso en lo interno podría ser el motivo que impida alcanzar lo que en lo externo ya parecía posible.