La iniciativa busca aprovechar la ventaja energética y geográfica que ofrece Argentina, especialmente en regiones del sur donde el clima frío y los recursos naturales permiten reducir costos de refrigeración y garantizar un suministro eléctrico estable. Si se concreta, el país se posicionará entre los pocos en el mundo con capacidad para albergar centros de datos de esta magnitud, fundamentales para entrenar y operar modelos avanzados de inteligencia artificial.
Detrás del anuncio hay una visión estratégica: crear en Argentina un punto neurálgico de procesamiento y almacenamiento de datos que sirva a toda América Latina. La alianza con Sur Energy garantizaría el abastecimiento energético necesario para mantener las operaciones continuas del centro, que requerirá una red eléctrica de altísima confiabilidad y una infraestructura de soporte que todavía debe desarrollarse.
El proyecto se apoyará en los beneficios del Régimen de Incentivos a las Grandes Inversiones (RIGI), una herramienta diseñada por el Gobierno nacional para atraer capital extranjero a sectores estratégicos. Este régimen ofrece ventajas fiscales y estabilidad jurídica por 30 años, algo fundamental para que inversiones tan grandes resulten viables en un país que históricamente ha tenido vaivenes económicos.
La llegada de OpenAI también se da en un momento de fuerte expansión global de la inteligencia artificial. A nivel internacional, la empresa liderada por Sam Altman cerró recientemente acuerdos con gigantes como Nvidia y AMD para desarrollar chips especializados y ampliar su capacidad de cómputo. En paralelo, compañías tecnológicas de todo el mundo están buscando nuevos destinos para instalar centros de datos fuera de los grandes polos tradicionales, y Argentina aparece en el radar por su potencial energético y talento humano.
Sin embargo, no todo será sencillo. El desafío más grande será garantizar la infraestructura eléctrica necesaria para sostener una demanda de 500 MW, una cifra que equivale al consumo de una ciudad mediana. Además, el país deberá acelerar la formación de ingenieros y técnicos especializados en inteligencia artificial, infraestructura digital y mantenimiento de servidores. Hoy, el déficit de profesionales capacitados es una de las principales limitaciones para escalar proyectos de este tipo.
Otro punto clave será la regulación del manejo de datos. Un centro de datos de esta envergadura almacenará información sensible, tanto de usuarios como de empresas, por lo que la legislación argentina deberá actualizarse para garantizar seguridad, soberanía digital y cumplimiento de estándares internacionales. A esto se suma el desafío ambiental: un complejo de este tipo necesita enfriamiento constante y un uso intensivo de agua y energía, por lo que se espera que el proyecto se desarrolle bajo criterios de sostenibilidad y respeto ambiental.
Si bien todavía falta la confirmación final y el inicio de las obras, la carta de intención firmada entre OpenAI y Sur Energy marca un paso clave para atraer inversión tecnológica de alto nivel. De concretarse, Argentina se consolidará como el principal centro de operaciones de inteligencia artificial en América Latina, atrayendo talento, innovación y nuevas oportunidades de negocio.
La magnitud del proyecto no solo redefine el lugar del país en el mapa tecnológico, sino que también podría generar un efecto derrame en toda la economía: más empleo calificado, demanda de infraestructura, crecimiento en el sector energético y una mayor conexión con los ecosistemas globales de innovación. Si el plan avanza según lo previsto, el 2026 podría marcar el inicio de una nueva etapa para la Argentina tecnológica.