El mercado automotor argentino funciona con una dinámica muy particular. Incluso los autos fabricados en el país dependen en gran medida de piezas y componentes importados, lo que obliga a las terminales a recalcular precios cada vez que el dólar pega un salto. En este contexto, octubre no fue la excepción.
En las listas oficiales, se observaron aumentos moderados en la mayoría de los modelos, aunque las terminales eligieron estrategias diferentes. Algunas, como Chevrolet con el Onix, y Renault con los Logan y Sandero, mantuvieron precios sin cambios momentáneamente para sostener el nivel de ventas. Fiat, por su parte, conservó al Mobi como la opción más económica del mercado, que todavía no llega a los $20 millones. En contraste, la Chevrolet Montana aplicó un ajuste a la baja en versiones puntuales, con recortes del 3 % al 4 %, como estrategia comercial frente a la competencia.
Los autos importados fueron los que mostraron mayor rapidez en los incrementos, ya que dependen casi en su totalidad de piezas y logística dolarizada. Los nacionales, en cambio, suelen mostrar una reacción más escalonada, aunque la presión cambiaria tarde o temprano se termina trasladando al precio final.
El panorama hacia adelante no luce más tranquilo. Fuentes del sector anticipan que en noviembre podrían aplicarse nuevas rondas de aumentos, ya que muchas terminales prefirieron repartir las subas en dos etapas para no generar un freno inmediato en la demanda. La estrategia apunta a mantener un delicado equilibrio entre no perder competitividad frente a otras marcas y, al mismo tiempo, no descuidar los márgenes.
Para quienes están evaluando comprar un auto nuevo, la pregunta es siempre la misma: ¿conviene ahora o es mejor esperar? La respuesta no es sencilla. Algunos especialistas sugieren que, en un mercado tan atado al dólar, los precios difícilmente bajen de manera generalizada. Sin embargo, sí puede haber oportunidades puntuales en promociones, bonificaciones o ajustes selectivos en modelos con más stock.
El resultado es un mercado que sigue atado a la volatilidad cambiaria. Mientras el dólar marque el ritmo de los costos, cada movimiento de la divisa se traducirá en nuevos aumentos en los 0 km. Y para el consumidor, la decisión se vuelve cada vez más estratégica: anticiparse para evitar futuros incrementos o aguardar con la esperanza de encontrar una oferta puntual.