La Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) confía en que México puede sostener esta carga financiera sin comprometer su estabilidad, apostando principalmente por deuda interna, en pesos, a tasa fija y con vencimientos largos. María del Carmen Bonilla, subsecretaria de Hacienda, adelantó que este nivel se mantendría durante 2026, y que la meta es reducir gradualmente el déficit al 4.1 % del PIB.
El titular de Hacienda, Édgar Amador, ha insistido en que el país mantiene un margen de maniobra frente a otras economías emergentes. Según su visión, una deuda del 52 % del PIB no representa un riesgo inminente, aunque reconoció que los próximos años requerirán disciplina para evitar un deterioro fiscal mayor.
El problema es que el crecimiento económico sigue mostrando debilidad. La SHCP prevé que la economía mexicana avance apenas alrededor de 0.5 % en 2025, un ritmo insuficiente para reducir el peso de la deuda. Mientras el gasto público crece y los ingresos no repuntan al mismo paso, la proporción deuda/PIB se mantiene presionada.
Además, los costos financieros se disparan. Con tasas de interés altas y vencimientos cercanos, el pago de intereses podría superar el 3.8 % del PIB, lo que limita el espacio presupuestal para invertir en infraestructura o programas sociales. En palabras simples: México cada vez destina más dinero a pagar deuda y menos a generar crecimiento.
De acuerdo con análisis del Centro de Investigación Económica y Presupuestaria (CIEP), gran parte del gasto corriente seguirá financiándose con deuda nueva. Esto significa que el país se encuentra en una etapa donde “se pide prestado para pagar lo ya prestado”, una dinámica que, aunque manejable en el corto plazo, puede volverse peligrosa si no se corrige pronto.
Los inversionistas también comienzan a poner atención. El aumento de la deuda, combinado con un bajo crecimiento, podría elevar el riesgo país y hacer más caro el financiamiento futuro. Las agencias calificadoras ya advirtieron que, si la tendencia continúa, México podría perder parte del atractivo que lo mantiene con grado de inversión estable.
En conclusión, que la deuda mexicana alcance 52.3 % del PIB al cierre de 2025 representa una señal de alerta. Hacienda insiste en que la situación está bajo control, pero el país enfrenta una realidad compleja: un crecimiento insuficiente, altos costos de financiamiento y una economía global incierta. Mantener la confianza de los mercados dependerá, más que de los discursos, de una ejecución fiscal firme y responsable.