La mirada de los inversionistas hoy está puesta en la política monetaria de la Reserva Federal. El mercado espera que en algún momento del próximo año comience un ciclo de bajas en la tasa de interés de Estados Unidos. Si eso ocurre, se abriría espacio para que monedas emergentes como el peso chileno se fortalezcan y el tipo de cambio baje hacia el tramo de los $900. Sin embargo, si la Fed se ve obligada a mantener su postura restrictiva por una inflación más persistente, el dólar podría seguir firme y acercarse peligrosamente a los $1.000.
Pero el factor internacional no es el único que pesa. En Chile, el clima político será determinante. El regreso del voto obligatorio y las elecciones presidenciales de 2025 agregan un nivel de incertidumbre que el mercado no puede ignorar. A esto se suman las reformas estructurales, como la previsional, que buscan dar estabilidad, aunque todavía generan debate y dudas sobre su impacto en el mediano plazo.
El desempeño reciente del mercado accionario local muestra que la percepción de riesgo ha bajado en parte, pero la fragmentación política y la dificultad para alcanzar consensos siguen presentes. Con un sistema político tensionado, cada decisión puede mover expectativas y, por consecuencia, el tipo de cambio.
Hoy los analistas manejan distintos escenarios. En el más optimista, el dólar se mantendría en un rango de $900 a $950, apoyado por un giro de la Fed hacia menores tasas y un clima político estable en Chile. En un escenario intermedio, se movería entre $950 y $990, con una combinación de ajustes graduales en Estados Unidos y cierta calma interna. Y en el caso más pesimista, la divisa podría escalar sobre los $1.000 si la Fed mantiene las tasas altas y en el plano local aumentan las tensiones políticas o surgen riesgos fiscales.
Lo claro es que el dólar seguirá siendo un termómetro de la confianza en la economía chilena y un reflejo de la relación entre factores externos e internos. Para quienes siguen de cerca el mercado cambiario, los próximos meses estarán marcados por la expectativa de lo que ocurra en Washington y Santiago, una combinación que decidirá si el peso logra tomar aire o si la divisa estadounidense mantiene la presión.