En los últimos días, el dólar estadounidense ha perdido tracción en los mercados globales. La incertidumbre en torno al cierre parcial del gobierno, el enfriamiento de algunos datos económicos y las crecientes apuestas por recortes de tasas de interés han presionado a la baja al billete verde. Esta situación ha sido aprovechada por el GBP, que ahora busca consolidar su recuperación tras tocar mínimos recientes.
La economía del Reino Unido sigue mostrando un panorama mixto. Si bien la inflación continúa siendo un problema y la actividad económica no logra despegar con fuerza, los inversores comienzan a percibir cierta estabilidad, especialmente frente a la volatilidad que vive Estados Unidos. Este cambio de percepción ha permitido que la libra gane algo de terreno, aunque aún con cautela.
Desde el análisis técnico, el par se mueve dentro de un rango que ofrece oportunidades claras. La zona de 1.3350–1.3400 actúa como soporte inmediato y se ha convertido en la línea de defensa de los compradores. En cambio, la región de 1.3500–1.3545 es la barrera que, si se supera con fuerza, podría confirmar un cambio de tendencia hacia niveles superiores.
Aun así, la libra no puede confiarse. Cualquier dato sorpresivo desde Estados Unidos —especialmente en inflación o empleo— podría volver a fortalecer al dólar y frenar el avance actual. Del lado británico, un repunte inesperado en precios o un deterioro en el mercado laboral también serían factores de riesgo.
Por ahora, la lectura general del mercado apunta a un sesgo ligeramente alcista para el GBP/USD. La debilidad del dólar continúa siendo el catalizador principal, pero el impulso deberá sostenerse con fundamentos reales. Los próximos días serán clave para confirmar si la libra tiene la fuerza suficiente para mantener este nuevo impulso o si el rebote será solo temporal.