Durante los últimos meses, el comportamiento de la industria fue irregular. En noviembre, el Índice de Producción Industrial mostró un incremento de 0,4 % respecto a octubre, lo que marcó una pequeña mejora luego de una caída previa del 0,8 %. Aun así, en la comparación interanual el sector volvió a retroceder, con una baja del 1,7 % frente al mismo mes del año anterior. Ese dato confirma que la recuperación todavía no logra consolidarse y que la actividad sigue lejos de los niveles previos a la crisis.
El repunte mensual se explica, en parte, por el buen desempeño de algunas ramas específicas. Las industrias de alimentos y bebidas, maquinaria y equipo, y la refinación de petróleo fueron las que lograron cerrar el mes con números positivos. En cambio, sectores como minerales no metálicos, caucho, plásticos y manufacturas metálicas continúan mostrando retrocesos importantes. Esta disparidad deja en evidencia una recuperación muy desigual, donde algunos segmentos avanzan mientras otros se hunden.
A la falta de uniformidad se le suma un problema persistente: el bajo uso de la capacidad instalada. En los últimos meses, el nivel se mantuvo alrededor del 58 % al 60 %, por debajo del promedio del año anterior. Esto significa que buena parte del parque industrial del país todavía opera con un alto grado de ociosidad, lo cual refleja una demanda insuficiente y la falta de inversiones para ampliar la producción.
Los empresarios del sector coinciden en que la principal traba para recuperar el ritmo está en la combinación de costos elevados, falta de crédito accesible y una inflación que sigue afectando la rentabilidad. A esto se le suman los precios de la energía, los insumos importados y las tarifas de transporte, que continúan presionando sobre los márgenes. En paralelo, la demanda interna sigue golpeada por la pérdida del poder adquisitivo y el menor consumo, lo que limita la posibilidad de que las fábricas puedan expandir su producción.
Otro factor que preocupa es el empleo. Desde fines de 2023, la industria perdió más de 39 mil puestos formales, especialmente en pequeñas y medianas empresas. La falta de dinamismo en el mercado interno y la caída del crédito productivo dificultan la creación de nuevos puestos de trabajo. Las grandes empresas, en cambio, logran sostenerse mejor gracias a su capacidad de acceder a financiamiento o exportar parte de su producción.
De todos modos, hay algunos elementos que permiten cierto optimismo. La estabilización macroeconómica, aunque frágil, ofrece un poco más de previsibilidad en los costos y el tipo de cambio. Algunas industrias exportadoras también encuentran oportunidades con un tipo de cambio más competitivo y costos relativos más bajos en dólares. Sin embargo, estas ventajas no alcanzan todavía para generar un crecimiento sostenido del conjunto de la actividad.
Los analistas coinciden en que lo que se observa hoy es una recuperación parcial y heterogénea, más vinculada a una mejora puntual que a un cambio de tendencia. Para que la industria vuelva a crecer de forma sólida, será necesario acompañar con políticas que incentiven la inversión productiva, reduzcan los costos estructurales y fortalezcan el crédito a tasas razonables. También será clave apuntalar la demanda interna, ya que sin consumo es difícil que las fábricas puedan volver a operar al máximo de su capacidad.
En definitiva, la industria argentina parece haber encontrado un punto de apoyo después de un largo período de retroceso, pero la base todavía es débil. La mejora mensual es una buena noticia, aunque insuficiente para hablar de recuperación. Lo que viene será un desafío: mantener la estabilidad macro, apuntalar el consumo y recuperar la confianza del sector privado serán condiciones necesarias para transformar este leve avance en una tendencia duradera.