El informe del Instituto Nacional de Estadísticas confirmó que los precios siguen avanzando más de lo deseado. En septiembre, el IPC registró un alza mensual de 0,4 %, lo que deja una inflación acumulada de 3,3 % en lo que va del año y una variación interanual de 4,4 %.
El resultado se explica principalmente por el aumento en vivienda y servicios básicos, junto con alimentos y bebidas no alcohólicas y recreación y cultura, sectores que siguen mostrando rigidez en sus precios. En cambio, vestuario y calzado registraron una baja cercana al 2,8 %, ayudando a contener parte del alza general.
Este comportamiento confirma que la economía chilena atraviesa una etapa de inflación más persistente, donde la desaceleración no se da de manera uniforme. Los precios de los servicios y de bienes esenciales continúan elevándose, afectando directamente el costo de vida de las familias y la planificación de empresas y consumidores.
Desde el Banco Central, la lectura es clara: aunque el proceso de desinflación avanza, lo hace más lentamente de lo esperado. En su último Informe de Política Monetaria (IPoM), la entidad mantuvo la tasa de interés en 4,75 %, destacando que la inflación subyacente —aquella que excluye precios volátiles— sigue mostrando una fuerza mayor a la proyectada.
La autoridad estima ahora que la inflación cerrará 2025 en torno al 4 %, y que recién hacia el tercer trimestre de 2026 podría converger al 3 %, su rango meta. Ese escenario deja poco espacio para relajar la política monetaria, ya que un movimiento anticipado podría reactivar las presiones inflacionarias.
Por otro lado, mantener las tasas altas durante más tiempo puede ralentizar la recuperación del consumo y la inversión, generando tensiones en la actividad económica. El equilibrio entre estabilidad de precios y crecimiento se vuelve cada vez más delicado.
En paralelo, hay factores externos que podrían alterar las proyecciones: el precio del dólar, la volatilidad de los combustibles y los ajustes en las tasas globales de interés siguen siendo variables que influyen directamente en la trayectoria inflacionaria chilena.
En definitiva, septiembre dejó una fotografía clara: la inflación se resiste a ceder. Aunque los avances en estabilidad son evidentes respecto a años anteriores, aún falta recorrer ese tramo final en que los precios más duros —servicios, vivienda, energía— se niegan a bajar. Para los próximos meses, el desafío será doble: mantener la confianza del mercado sin enfriar más de la cuenta la economía real.