Desde la perspectiva de Larrea, la oferta es contundente y de largo alcance: pretende pagar un múltiplo de valor libro agresivo, con condiciones especiales si Chico Pardo decide quedarse con su 25 %. Busca garantizar que Banamex quede bajo control mayoritariamente mexicano, cuidando su plantilla, su colección artística y su legado institucional.
Pero el mercado no lo vio con buenos ojos. A horas del anuncio, los papeles de Grupo México vivieron una de sus jornadas más dramáticas en años, con pérdidas que —en algunos casos— rondaron el 18.8 %. Esa reacción no sólo refleja nerviosismo sobre la operación, sino una falta de confianza en su concreción, en la carga financiera implicada y en los riesgos regulatorios.
Citigroup respondió con cautela. Aunque reconoce que analizaría cualquier oferta que reciba, insiste en que hasta ahora no ha recibido nada formal y que su camino preferido sigue siendo una Oferta Pública Inicial (IPO) para Banamex. Además, el acuerdo ya firmado con Chico Pardo estaría vigente, lo que complica aún más la aceptación de una oferta que pretenda “arrebatar” el control.
Larrea dio un plazo: diez días para que Citi evalúe su propuesta. Pero también dejó claro que no entrará en una guerra de pujas, pues considera que su oferta ya supera cualquier otra. Por su parte, Citigroup deberá decidir si se queda con la estrategia pactada con Chico Pardo, se inclina por una IPO o acepta el reto que le lanza Larrea.
La batalla por Banamex, que parecía encaminada, vuelve a borrarse y reescribirse con nuevos actores y apuestas mucho más agresivas. La decisión dependerá no sólo del apetito empresarial, sino de la convicción de que la operación pueda lograrse sin fracturas bancarias, políticas o regulatorias.