El consumo privado es el corazón del crecimiento económico. Si las familias mexicanas mantienen el gasto pese a los altos precios y las tasas elevadas, se confirmará que el mercado interno sigue firme. Sin embargo, un retroceso reflejaría pérdida de poder adquisitivo y podría enfriar las expectativas de crecimiento para el cierre del año.
Por otro lado, la industria manufacturera será protagonista el jueves con la publicación de la EMIM. Este sector, uno de los más importantes por su vínculo con el comercio exterior, mostrará si la producción mexicana sigue aprovechando el impulso del nearshoring o si empieza a resentir la desaceleración global. Una expansión sería buena noticia para el empleo y las exportaciones, mientras que una caída podría anticipar menor dinamismo económico.
Además, los datos coincidirán con reportes relevantes en Estados Unidos —como ventas minoristas e inflación— que podrían mover los mercados y definir el rumbo de la Reserva Federal. Todo esto influirá directamente en el peso y en los activos mexicanos, ya que un entorno externo más volátil suele reflejarse en los flujos de capital hacia el país.
Banxico seguirá de cerca los resultados. Si el consumo y la producción se mantienen sólidos, el banco central tendría margen para mantener su tasa sin recortes. Pero si los indicadores muestran debilidad, podrían reforzarse las apuestas por una política monetaria más laxa antes de que termine el año.
En resumen, esta semana será decisiva para medir la temperatura real de la economía mexicana. Las cifras de consumo y manufactura no solo revelarán el pulso del crecimiento interno, sino también el ánimo de los inversionistas frente a un cierre de año que aún luce incierto.