La decisión será oficializada el próximo 7 de octubre, cuando la Comisión Europea publique los detalles del nuevo esquema. El endurecimiento llega en un momento clave: la siderurgia europea, con más de 300 mil empleos directos, enfrenta costos de energía elevados y una competencia creciente de países que subsidian su producción. Reducir a la mitad las cuotas de importación es un mensaje claro de que Europa no está dispuesta a dejar que sus fábricas pierdan terreno frente a la sobreoferta internacional.
El problema tiene un nombre propio: China. El gigante asiático ha incrementado su participación en el mercado europeo en los últimos años gracias a su capacidad de producción a gran escala y a precios difíciles de igualar. En 2024, las importaciones de acero en Europa superaron los 25 millones de toneladas, y buena parte de ese volumen llegó desde Asia. Según la OCDE, el exceso de capacidad mundial ronda los 500 millones de toneladas anuales, lo que explica la presión a la baja sobre los precios que tanto preocupa a Bruselas.
La protección no se limitará al acero. La Comisión Europea también analiza medidas similares para el aluminio y no descarta restricciones a la exportación de chatarra metálica, un insumo clave para el acero reciclado. La idea es evitar que materiales estratégicos salgan del bloque en un momento donde la transición energética y la demanda de metales juegan un papel central.
El endurecimiento de las reglas abre un nuevo capítulo en la política comercial europea. Para el bloque, la prioridad es sostener su capacidad industrial y garantizar empleo en sectores estratégicos. Para América Latina, el escenario se mueve en dos direcciones: por un lado, países como Brasil o México podrían ganar espacio en el mercado europeo gracias a su cercanía política y acuerdos comerciales; por el otro, deberán cumplir con estándares más estrictos para poder competir en un entorno donde la UE cierra filas frente a las importaciones masivas.
La jugada europea marca una tendencia que ya no tiene marcha atrás. En un mundo con exceso de capacidad, subsidios cruzados y tensiones comerciales crecientes, la defensa de la industria local se ha convertido en la norma. Europa, al igual que Estados Unidos y Canadá, apuesta por un blindaje comercial que promete reconfigurar el mapa del comercio del acero en los próximos años.