La aprobación representa uno de los movimientos regulatorios más relevantes en el mercado financiero estadounidense en los últimos años. Hasta ahora, los fondos mutuos y los ETFs habían operado como universos separados: los primeros, con cotización basada en su valor liquidativo diario; los segundos, negociados libremente en bolsa durante todo el día. Con esta nueva estructura, ambos convivirán dentro del mismo portafolio, lo que permitirá a los inversionistas elegir entre la flexibilidad de un ETF o la estabilidad de un fondo mutuo tradicional.
Dimensional Fund Advisors, con sede en Austin, Texas, será la pionera en aplicar este modelo. Su solicitud fue la primera en recibir el visto bueno tras la caducidad de la patente de Vanguard, que durante dos décadas mantuvo el control exclusivo de este esquema. Ahora, con la puerta abierta por la SEC, se espera que gigantes como BlackRock, Fidelity y State Street sigan sus pasos.
Para los gestores, esta decisión ofrece ventajas significativas. En primer lugar, permite optimizar la carga impositiva gracias al intercambio “in kind” propio de los ETFs, que reduce la necesidad de vender activos para cubrir retiros, evitando así distribuir ganancias de capital. En segundo lugar, simplifica las operaciones al compartir un mismo fondo base para ambas clases de acciones, lo que podría reducir costos administrativos y mejorar la eficiencia de los procesos internos. Además, los inversionistas podrán disfrutar de más opciones: quienes busquen liquidez intradía optarán por la clase ETF, mientras que quienes prefieran mantener inversiones más estables podrán seguir en la clase tradicional.
Sin embargo, no todo será sencillo. Los expertos advierten que integrar dos tipos de clases en un solo fondo implicará desafíos operativos importantes. Los gestores deberán adaptar sus sistemas tecnológicos, actualizar sus procesos de contabilidad y garantizar que ambas clases de inversionistas sean tratadas con equidad. También habrá que establecer mecanismos claros de supervisión y control para evitar conflictos de interés.
En el sector financiero estadounidense, la noticia ha generado entusiasmo y prudencia a partes iguales. Muchos consideran que este modelo híbrido podría ayudar a los fondos mutuos a recuperar competitividad, en un contexto donde los ETFs han captado gran parte de los flujos de inversión durante los últimos años. Según proyecciones de analistas, la estructura de clases ETF podría atraer cientos de miles de millones de dólares en nuevos activos durante la próxima década.
El impacto de esta medida también podría sentirse en América Latina. Gestoras regionales con operaciones en Estados Unidos, o que distribuyen fondos internacionales, podrían aprovechar este cambio para ofrecer productos más flexibles y fiscalmente eficientes. Además, algunos reguladores de la región podrían tomar esta iniciativa como referencia para modernizar sus propios marcos normativos y permitir la coexistencia de versiones cotizadas y no cotizadas de un mismo fondo.
En definitiva, la decisión de la SEC no solo abre una nueva era para el mercado estadounidense, sino que marca el inicio de un cambio estructural que podría replicarse en otros países. Lo que comenzó como una excepción para una sola firma podría convertirse en el nuevo estándar de la industria de fondos a nivel global.