El ministro comunicó que ve factible una corrección hacia la baja en el tipo de cambio en Argentina, en la medida que se consoliden mejoras macroeconómicas, mayor flujo de divisas y disciplina fiscal y monetaria, similar a lo que se observó en procesos de dolarización previos. Según declaró, la economía está dando pasos para que el peso se fortalezca, lo cual habilitaría una caída del dólar en términos nominales.
La lógica detrás de esta afirmación es que, cuando el dólar ha estado inflado por expectativas de devaluación o por escasez de oferta, revertir ese escenario puede traducirse en una baja del tipo de cambio. En este marco, Caputo sostiene que con un esquema más ordenado, un Banco Central que tiene mayor margen operativo y un flujo de exportaciones/divisas más fluido, el dólar dejaría de tener “espacio” para quedarse estable o subir, y en cambio retroceder.
El contexto en el que se establece esta proyección es clave: Argentina está con un régimen de tipos de cambio que flota dentro de bandas, con intervención del Banco Central de la República Argentina (BCRA), y un Gobierno que busca mostrar señales de estabilidad cambiaria como parte de un proceso más amplio de ajuste y ordenamiento. Además, existe una presión habitual de demanda de dólares (importaciones, turismo, etc.), pero también una apuesta a que la oferta mejore (exportaciones, inversión, ingreso de capitales) y genere holgura en el sistema cambiario.
Ahora bien: ¿qué significa esto para vos como inversor o ahorrista? Si realmente el dólar se acomodara unos 10 % hacia abajo, los que estaban apostando a su suba podrían estar en problema. Quienes tengan posiciones en pesos podrían sacarle ventaja si anticipan bien. Para empresas con ingresos en dólares, una baja implicará menor margen de maniobra en términos de tipo de cambio “favorable”. Importadores podrían respirar un poco aliviados si la presión cambiaria se mitiga. Y para los instrumentos en pesos, una menor expectativa de devaluación podría volverlos más atractivos desde la cobertura cambiaria.
Por supuesto, el planteo de Caputo no está exento de riesgos. La corrección de ~10 % del dólar no es automática, depende de que se cumplan los supuestos: que la oferta de dólares se mantenga firme, que la inflación baje, que no haya shocks externos que vuelvan a disparar la demanda de divisas, etc. Si la inflación se resiste, si la demanda de dólares se acelera o si el BCRA pierde credibilidad, la proyección puede fracasar.
En conclusión, Caputo abre un escenario poco habitual en la Argentina reciente: que el dólar no solo no suba, sino que baje. Si se concreta, puede cambiar la estrategia habitual de cobertura y posición en moneda extranjera.