El repunte del consumo de carne marca un cambio de tendencia tras varios años de caída. Cada argentino comió, en promedio, 114,06 kg de carne entre vaca, cerdo y pollo en los últimos doce meses. En términos interanuales, el incremento equivale a casi 5 kilos más por persona, una señal de leve recuperación en el poder de compra, aunque aún lejos de los niveles históricos de más de 120 kilos por año.
La carne vacuna sigue siendo la preferida, con 50,24 kg por persona, un aumento del 5,6 % respecto al año anterior. El cerdo creció incluso más: 7,7 %, hasta 17,92 kg por habitante. Y el pollo, aunque con una suba más modesta del 2,4 %, se mantiene como una opción clave en la mesa familiar, con 45,90 kg por persona. La combinación muestra que el consumidor argentino está buscando equilibrio: come carne, pero elige según el precio del momento.
Las exportaciones también acompañaron este repunte. Durante el primer semestre del año, el sector generó un 11 % más de divisas que en el mismo período de 2024, alrededor de US$ 150 millones adicionales, lo que demuestra que la recuperación interna no se dio a costa del negocio externo. La industria logró un punto de equilibrio entre abastecer el mercado local y mantener su presencia en el exterior, especialmente en China, que sigue siendo el principal destino.
En cuanto a precios, la tendencia sigue al alza. El kilo de carne vacuna ronda los $12.357, los cortes porcinos promedian $7.394 y el pollo se ubica cerca de los $3.400. Si bien estos aumentos afectan el bolsillo, los argentinos parecen haber priorizado mantener el consumo, incluso reduciendo cantidad o eligiendo cortes más económicos. Este comportamiento habla más de la identidad cultural del país que de una mejora económica consolidada.
Los especialistas advierten que el mayor riesgo para los próximos meses es que el consumo vuelva a resentirse si los ingresos no logran acompañar los precios. También pesan los desafíos del sector productivo: costos logísticos altos, dependencia del mercado chino y eventuales restricciones sanitarias, como la reciente suspensión temporal de exportaciones avícolas hacia Chile por gripe aviar.
En definitiva, el repunte en el consumo de carne refleja tanto una leve recuperación como la resiliencia de un producto que forma parte del ADN argentino. El desafío será sostener esta mejora sin que los precios vuelvan a expulsar a los consumidores de los mostradores. Si el equilibrio entre producción, precios e ingresos se mantiene, el asado seguirá siendo protagonista en la mesa de los argentinos.