El panorama revela un mercado dominado por instrumentos de renta fija, como bonos y obligaciones, que concentran la mayor parte de las transacciones. Las acciones, pese a ser una de las opciones más conocidas a nivel global, aún no logran consolidarse en Ecuador. Las cifras oficiales de la Bolsa de Valores de Quito mostraron apenas 47 millones de dólares negociados, aunque el Servicio de Rentas Internas estima que el volumen real podría oscilar entre 30 y 90 millones debido a que muchas operaciones se realizan directamente entre privados.
El problema no es solo el bajo volumen, sino también la falta de transparencia. El propio SRI ha detectado que miles de contribuyentes no declaran las utilidades que obtienen por la venta de acciones, lo que genera una importante evasión tributaria. De hecho, se calcula que si se lograra regularizar estas operaciones, el fisco podría recaudar hasta 50 millones de dólares adicionales al año.
A esto se suma el peso del impuesto único del 10 % sobre las utilidades, que muchos inversionistas consideran poco atractivo frente a otras alternativas. Para varios analistas, esta carga fiscal frena el dinamismo del mercado y hace que los capitales se refugien en instrumentos más seguros y con menos costos asociados.
Cuando se pone la lupa en la región, la brecha es evidente. En Colombia, por ejemplo, el volumen negociado en acciones alcanza varios miles de millones de dólares al año, impulsado por la presencia de inversionistas institucionales y un mercado más profundo. Perú también exhibe un mercado accionario más desarrollado, en gran parte gracias a la participación de grandes empresas mineras y un mayor número de emisores listados en la Bolsa de Lima. Y Chile, con uno de los mercados bursátiles más sólidos de Latinoamérica, concentra un flujo de capital mucho mayor, con amplia participación extranjera y marcos regulatorios que favorecen la confianza.
El contraste deja claro que en Ecuador todavía falta camino por recorrer. La falta de cultura de inversión en renta variable, la resistencia de muchas empresas familiares a abrir su capital, los costos regulatorios y la informalidad de las transacciones fuera de bolsa son factores que frenan el desarrollo de este mercado.
Los expertos coinciden en que para cambiar esta realidad se necesitan incentivos tributarios que hagan más atractivo invertir en acciones, reglas claras que obliguen a transparentar todas las operaciones y una fuerte campaña de educación financiera que explique los beneficios de diversificar las inversiones. De lograrse, el mercado accionario podría convertirse en una herramienta clave para financiar proyectos productivos, atraer capital privado y fortalecer la competitividad de las empresas ecuatorianas.
Hoy por hoy, la venta de acciones en Ecuador sigue siendo un actor secundario en el mundo financiero. Sin embargo, con políticas adecuadas y mayor confianza, podría dejar de ser la parte olvidada del mercado de valores y transformarse en una verdadera palanca de crecimiento económico.