En el Congreso se vivió un debate intenso. El proyecto de la Miscelánea Fiscal y las reformas al IEPS pasaron con mayoría, y ahora avanzan al Senado con un respaldo que pocos esperaban tan firme.
Entre los cambios más relevantes destaca el incremento al impuesto de bebidas saborizadas, que subirá casi un 87 %. Esto significa que muchos refrescos costarán prácticamente el doble, dependiendo del tamaño y contenido de azúcar o edulcorantes. También se incluirán dentro del gravamen algunos sueros o bebidas rehidratantes que contengan azúcares añadidos.
El tabaco será otro de los productos más golpeados. La tasa del IEPS pasará de 160 % a 200 %, y ahora también se aplicará a productos alternativos como las bolsitas de nicotina. En cuanto a las apuestas, el gravamen se elevará del 30 % al 50 %. Además, se introduce un nuevo impuesto del 8 % para videojuegos con contenido violento, una medida que ya ha generado molestia entre desarrolladores y jugadores.
El Gobierno justifica esta decisión como una vía para reforzar las finanzas públicas. Hacienda calcula que solo estos impuestos “saludables” aportarán alrededor de 761,500 millones de pesos en 2026, cifra que ayudará a cubrir programas sociales y gastos públicos. A nivel macroeconómico, se proyectan ingresos totales por 8.7 billones de pesos, con un déficit de 4.1 % del PIB y una deuda pública que rondará el 52.3 %.
Sin embargo, no todos ven el panorama con buenos ojos. Organismos empresariales como la ANPEC han advertido que el aumento podría asfixiar al pequeño comercio, reducir el consumo y fomentar la informalidad. En tanto, la oposición política acusa al Gobierno de disfrazar una reforma recaudatoria bajo el argumento de la salud pública, señalando que el impacto recaerá sobre los hogares de menores ingresos.
El debate no solo gira en torno al costo, sino también al destino del dinero. Algunos legisladores y economistas exigen transparencia sobre cómo se utilizarán los recursos adicionales, mientras otros temen que se pierdan en gasto corriente sin mejorar servicios como salud o educación.
En los próximos días, el Senado deberá ratificar o modificar la propuesta. De mantenerse sin cambios, México arrancará 2026 con un nuevo panorama fiscal donde productos cotidianos como refrescos y cigarros serán más caros. El reto para el Gobierno será demostrar que esta medida realmente beneficia al país y no solo engrosa la recaudación.