El bono pensional es, en palabras simples, un reconocimiento al esfuerzo que hiciste durante tus años de trabajo. Representa los aportes que hiciste cuando estabas en el régimen público o en cajas del Estado, y se convierte en un valor económico que se suma a tu cuenta individual en el fondo privado. Es decir, no se trata de una pensión adicional, sino de una forma de no perder el dinero que aportaste antes de cambiar de sistema.
Para tener derecho a este beneficio, la ley exige haber cotizado al menos 150 semanas, lo que equivale a unos tres años de trabajo. Este requisito aplica para quienes hicieron aportes al Instituto de Seguros Sociales, Colpensiones o cajas de previsión antes de trasladarse a un fondo privado. Si cumples con ese tiempo, ya puedes solicitar la emisión del bono, que será calculado con base en tus ingresos promedio y el número de semanas que tengas registradas.
El proceso de reconocimiento puede tardar varios meses, pues implica que la entidad emisora (ya sea Colpensiones, la Nación o el fondo al que perteneces) verifique toda tu historia laboral. Por eso es fundamental tener los datos actualizados, sin inconsistencias, para evitar demoras o rechazos.
Uno de los aspectos más importantes del bono pensional es que no se pierde, incluso si no alcanzas las 1.300 semanas necesarias para una pensión de vejez. En esos casos, el bono puede servir para reforzar el ahorro acumulado o incluso financiar una pensión anticipada o por invalidez, dependiendo de las condiciones del afiliado.
Con la reforma pensional aprobada en 2024, el tema tomó aún más relevancia. Se estableció que las mujeres podrán descontar hasta 50 semanas por cada hijo (con un máximo de tres), lo que reduce el número total exigido para pensionarse y, a su vez, facilita acceder al bono. También se contemplan beneficios especiales para quienes han cotizado en diferentes regímenes, permitiendo sumar tiempos y unificar aportes.
El valor del bono pensional varía según el salario base de cotización y el número total de semanas aportadas. En la práctica, una persona que haya trabajado unos diez años en el sector público antes de cambiarse a un fondo privado podría recibir un bono equivalente a varios millones de pesos colombianos, dinero que se integra a su cuenta individual y sigue generando rendimientos hasta el momento de la jubilación.
La solicitud del bono se realiza directamente en el fondo donde estás afiliado. Allí te orientarán sobre los documentos que debes presentar, como la historia laboral certificada y la constancia de tus semanas cotizadas. Una vez aprobado, el bono se emite a nombre del afiliado y pasa a formar parte de su ahorro pensional.
El nuevo esquema pensional, que entra en vigor progresivamente, también busca que quienes no cumplan con las semanas completas puedan acceder a beneficios parciales. En estos casos, el bono pensional actúa como una herramienta de equilibrio que evita que los aportes realizados durante años se pierdan.
En conclusión, el bono pensional se ha convertido en una de las figuras más importantes del sistema pensional colombiano. Con tan solo 150 semanas cotizadas ya puedes reclamarlo, y en un país donde muchos trabajadores no logran completar las semanas requeridas para una pensión, este beneficio representa una oportunidad real de no perder lo aportado. Mantener tu historia laboral actualizada y conocer tus derechos es el primer paso para aprovecharlo al máximo.
