El panorama no es alentador. Al cierre de setiembre, la Contraloría confirmó que estas regiones presentan avances mínimos en la ejecución de su presupuesto de inversión pública. En Huánuco, por ejemplo, se ha gastado apenas un 41 % del dinero destinado a proyectos, mientras que Lambayeque, Áncash y Callao no superan el 45 %. Tumbes, aunque con un mejor desempeño, tampoco logra alcanzar el ritmo esperado.
El problema va más allá de la cifra: miles de obras permanecen detenidas o ni siquiera iniciadas. Escuelas que debieron estar listas este año, hospitales que siguen a medio construir y carreteras que solo existen en planos. Todo esto ocurre mientras la población sigue esperando mejoras reales en su calidad de vida.
Detrás de esta baja ejecución hay varios factores que se repiten cada año: procesos de contratación engorrosos, escasez de personal técnico capacitado, trabas burocráticas y una débil coordinación entre los niveles de gobierno. En muchos casos, los propios funcionarios admiten no tener las herramientas necesarias para gestionar proyectos de gran envergadura.
A esto se suma una paradoja difícil de justificar. Algunas de estas regiones, pese a su ineficiencia, recibirán más recursos en el presupuesto 2025, lo que genera críticas por la falta de criterios de desempeño en la distribución de fondos públicos. En la práctica, los gobiernos menos eficientes terminan siendo premiados con más dinero, sin que existan mecanismos que los obliguen a rendir cuentas por los resultados.
Los especialistas coinciden en que la solución no pasa solo por inyectar más presupuesto, sino por reformar el sistema de ejecución. Es urgente implementar herramientas de seguimiento en tiempo real, acompañamiento técnico y un esquema de incentivos que premie a las regiones que demuestran eficiencia y compromiso.
Si el Perú quiere cerrar brechas y avanzar hacia un desarrollo más equitativo, no basta con aprobar grandes presupuestos: se necesita capacidad para convertir cada sol en una obra visible y útil para los ciudadanos. La plata está ahí; lo que falta es gestión.