Desde inicios de 2024, las tarifas eléctricas en Chile comenzaron un proceso de ajuste luego de años de precios congelados. Debido al descongelamiento tarifario, hogares vieron incrementos acumulados que en ciertos casos llegaron al 60 % en periodos de seis meses. Este cambio abrupto no sólo golpeó directamente los bolsillos, sino que además colocó presión sobre el índice general de precios al consumidor. En julio de 2025, el INE informó un alza del IPC de 0,9 %, algo mayor a lo esperado, lo que refleja cómo el costo de vivienda y servicios básicos (incluida la electricidad) está empujando la inflación.
Los análisis del sector señalan que el impacto de la luz sobre la inflación se estima entre 1 y 2 puntos porcentuales, lo cual es relevante para cualquier proyección monetaria. Además, un informe del regulador evidenció que existió una duplicación del efecto del IPC en la tarifa eléctrica, lo que generó sobrecobros que ahora deben evaluarse. Ese fallo metodológico, originado en 2021, se tradujo en boletas elevadas para los consumidores y encendió un debate político y regulatorio en el país.
Para los inversores y actores del mercado chileno esto no es un tema menor. La persistencia de la inflación más allá de lo estimado —alimentada por servicios regulados como la energía— hace que los instrumentos financieros nominales rindan menos en términos reales, que la política monetaria del Banco Central de Chile tenga menos margen para normalizar y que los sectores vinculados al consumo doméstico deben actuar con cautela. Ya no basta con ver el precio del cobre o la tasa de interés: también hay que mirar cuánto está subiendo la luz del hogar.
¿Y qué viene ahora?
Las estimaciones indican que el efecto de la electricidad en la inflación seguirá presente por algunos meses más. Aunque se anuncian rebajas o ajustes de tarifas para 2026, el camino para estabilizar el IPC podría ser más lento de lo deseado. Los economistas proyectan que la incidencia de la luz podría mantenerse en torno a los 0,4-0,9 puntos porcentuales para algunos meses venideros, lo que complica la meta inflacionaria de cerca del 3%.
Para traders, gestores de portafolio y ahorradores chilenos es clave considerar este escenario: instrumentos protegidos contra inflación, sectores menos expuestos al consumo doméstico, y vigilancia sobre las decisiones de política monetaria ya no son opcionales.
Conclusión
Chile enfrenta un momento delicado: una inflación que no sólo está alimentada por shocks externos, sino también por servicios básicos que muchos no esperaban. El aumento de las tarifas eléctricas no es un efecto menor, sino un componente estructural que entra a la ecuación del mercado, del consumo y de la estrategia financiera de quienes invierten y viven en el país.