En el último informe del sistema bancario venezolano se registra que la cartera de créditos alcanzó unos US$ 2,35 mil millones, lo que equivale al 21,01 % del activo total del sector. La morosidad de la cartera bajó levemente hasta un 1,65 %. Esta expansión se traduce además en un crecimiento interanual de la cartera del 20,74 %. Por sectores, los microcréditos y los préstamos a la manufactura muestran expansión de 32,97 % y 26,07 % respectivamente.
Este nivel de crédito, cercano al 21 % del activo, es un paso adelante para la intermediación financiera en Venezuela, pero cuando se compara con la magnitud que requeriría una economía en fase de reactivación —donde el crédito bancario podría cubrir un porcentaje mucho más alto del PIB— la cifra sigue siendo modesta. De hecho, para América Latina el promedio del crédito en relación al PIB ronda el 47,6 %, mientras que en Venezuela fuentes oficiales ubican ese indicador en torno al 2 %. Esto revela una brecha estructural que limita la capacidad del crédito para impulsar inversión, producción y consumo.
La concentración del negocio es otro aspecto a vigilar: tres entidades bancarias reúnen más del 56 % de la cartera crediticia del sistema, lo que deja poco espacio para una competencia más activa y una mayor diversificación geográfica y sectorial del financiamiento.
Para los inversores y analistas que siguen el mercado venezolano, estos datos son relevantes. Por un lado, ver que la banca vuelve a otorgar préstamos indica que hay cierta confianza y que los mecanismos financieros se están activando. Esa reactivación puede abrir oportunidades en sectores que dependen del financiamiento, como la construcción, consumo e industria ligera. Por otro lado, la baja proporción de crédito respecto al tamaño de la economía y la elevada concentración bancaria siguen siendo factores de riesgo: si la banca no logra expandirse de forma más amplia, el crecimiento económico seguirá limitado y los retornos vinculados a esa expansión podrían ser menores a lo esperado.
En conclusión, este ~21 % del activo en cartera de crédito es un indicador que llama la atención porque confirma que el sistema bancario venezolano está avanzando. Pero al mismo tiempo, deja muy claro que estamos al inicio de la recuperación financiera, no en un punto de madurez. Para los que invierten, participan en mercados o evalúan oportunidades en Venezuela, es una cifra a seguir muy de cerca: si ese porcentaje crece de forma sostenida y se traslada a mayor crédito al sector productivo, podemos estar ante un cambio estructural. Pero hasta que eso ocurra, el crédito seguirá siendo más una chispa que un motor encendido a pleno.