El plan de BNP Paribas consiste en transferir parte del riesgo crediticio a inversores institucionales mediante estas estructuras financieras, lo que le permitirá reforzar su solvencia sin tener que desprenderse totalmente de la rentabilidad de los préstamos. Este tipo de operaciones, cada vez más frecuentes en Europa, son utilizadas por los grandes bancos para reducir el consumo de capital regulatorio, al tiempo que mantienen un vínculo económico con los activos.
En los últimos años, BNP Paribas ha reforzado su estrategia de optimización del balance. Al cierre de 2024, la entidad contaba con un ratio de capital CET1 de 12,9 %, un nivel cómodo pero exigido por las normativas europeas, que demandan colchones de seguridad cada vez más amplios. Además, el banco ha mantenido su costo de riesgo bajo control, en torno a los 33 puntos básicos de promedio anual, y ha señalado en sus planes estratégicos que su objetivo es mantenerlo por debajo de 40 puntos básicos. Estas cifras explican por qué una operación de esta magnitud puede representar un paso importante para liberar recursos y destinarlos a segmentos con mayor crecimiento.
Las operaciones de transferencia de riesgo no son nuevas para la banca europea, pero su escala sí importa. En este caso, hablamos de activos por €4,5 mil millones, lo que muestra que BNP Paribas no está realizando un ensayo limitado, sino una apuesta de gran tamaño. De concretarse, la entidad no solo fortalecerá su ratio de capital, sino que también ganará margen para impulsar negocios con mayor retorno y, en paralelo, reducir su exposición ante un eventual deterioro en los créditos corporativos.
El contexto macroeconómico refuerza la relevancia de esta decisión. La incertidumbre por el rumbo de las tasas de interés, la presión inflacionaria y la volatilidad global han aumentado la cautela en la gestión de riesgos. Para un banco con fuerte exposición al financiamiento corporativo como BNP, blindar parte de su portafolio mediante SRT se convierte en una herramienta clave para asegurar estabilidad y confianza entre los inversores.
A esto se suma su plan de crecimiento a mediano plazo, que proyecta un aumento de ingresos de más del 5 % anual y un retorno sobre capital tangible de 11,5 % en 2025, con la meta de alcanzar 12 % en 2026. La estrategia combina disciplina en el manejo de riesgos con expansión de negocios rentables, además de una política activa de retribución a accionistas, reflejada en dividendos y programas de recompra de acciones.
No obstante, el reto de estas operaciones está en el apetito del mercado. Convencer a los inversores de asumir parte del riesgo crediticio requiere una estructuración atractiva y transparente. El éxito dependerá de la capacidad del banco para demostrar la solidez de los activos involucrados y de las condiciones que ofrezca a los compradores. Una lectura negativa por parte del mercado podría interpretarse como un signo de vulnerabilidad, aunque la historia reciente muestra que las SRT son cada vez más vistas como herramientas habituales de gestión de capital.
En definitiva, BNP Paribas está desplegando una estrategia sofisticada para reforzar su posición en un escenario financiero desafiante. Si logra colocar estas operaciones con éxito, no solo consolidará su balance, sino que también enviará una señal de fortaleza al mercado: que la mayor entidad bancaria de la eurozona tiene margen y capacidad para maniobrar de forma anticipada frente a los riesgos.