La foto actual del mercado es clara. Mientras el índice que mide a los grandes bancos estadounidenses acumula un alza de cerca del 20 % en lo que va del año, el que agrupa a las instituciones regionales apenas avanza poco más del 1 %. El castigo es evidente: se trata de bancos que dependen de depósitos más sensibles al costo del dinero y que además cargan con préstamos a tasa fija que no pueden ajustarse tan rápido en un escenario de tasas altas.
La buena noticia es que esa dinámica podría revertirse en los próximos meses. Si la Fed confirma los recortes que ha venido anticipando, estas instituciones tendrían un respiro inmediato. Los depósitos, que son su principal fuente de fondeo, se volverían más baratos, permitiendo que los márgenes financieros netos mejoren después de años de presión. A esto se suma la posibilidad de que la curva de rendimientos empiece a empinarse, lo que daría espacio para cobrar más en préstamos de largo plazo de lo que pagan en depósitos de corto plazo.
Otro factor a favor son las valuaciones. Mientras los grandes bancos cotizan entre 13 y 15 veces sus utilidades esperadas, los regionales apenas lo hacen en 11. Esta brecha convierte al sector en un terreno atractivo para quienes buscan oportunidades con potencial de repunte. Firmas como Morgan Stanley han puesto en la mira a entidades como Ally Financial, Fifth Third, Huntington, Truist y Valley National, todas ellas castigadas en los últimos meses pero con balances que podrían reaccionar bien en un entorno de menores tasas.
Claro que no todo es optimismo. El recuerdo del colapso de bancos regionales en 2023 sigue presente y la exposición al sector inmobiliario comercial continúa siendo un foco de riesgo. Si la economía se desacelera más de lo previsto o si la inflación reaparece, la ansiada recuperación podría diluirse rápidamente.
Para los inversionistas de Latinoamérica también hay un ángulo interesante. Una Fed más expansiva abre espacio para que bancos centrales como el de México o el de Brasil mantengan o aceleren sus propios recortes. Esto podría abaratar el crédito en la región y favorecer a instituciones locales que, al igual que sus pares en Estados Unidos, han resentido el ciclo de tasas altas.
En resumen, los bancos regionales están hoy en la sombra, pero tienen todos los ingredientes para convertirse en una sorpresa en los próximos meses. Si la Fed cumple con su hoja de ruta y el mercado confirma la tendencia, podrían pasar de ser los olvidados del sector financiero a protagonistas de una recuperación inesperada.