AMD ha firmado un contrato plurianual con OpenAI para suministrar su próxima generación de chips Instinct MI450, diseñados para tareas intensivas de entrenamiento e inferencia en modelos de inteligencia artificial. El acuerdo contempla una potencia total de cómputo equivalente a 6 gigavatios, que se entregará de manera escalonada. El primer tramo, de 1 GW, se implementará durante la segunda mitad de 2026, cuando AMD comenzará a registrar ingresos.
Además del suministro, OpenAI obtiene una oportunidad única: una opción (warrant) que le permitirá adquirir hasta 160 millones de acciones de AMD a un precio simbólico de USD 0,01 cada una, si se cumplen ciertos hitos tecnológicos y de mercado. En total, eso equivale aproximadamente al 10 % del total de acciones de la empresa.
La noticia provocó un fuerte impacto en los mercados financieros. Las acciones de AMD subieron más de 20 % en las operaciones previas a la apertura bursátil, reflejando el entusiasmo de los inversionistas por el potencial de esta alianza. Los analistas estiman que el acuerdo podría generar más de USD 100 mil millones en nuevos ingresos para AMD durante los próximos cuatro años.
Este movimiento estratégico busca equilibrar la balanza frente a Nvidia, que actualmente domina el mercado de chips para IA. OpenAI, que utiliza hardware de Nvidia, amplía ahora su abanico de proveedores y asegura mayor estabilidad en su cadena de abastecimiento. En paralelo, la empresa sigue trabajando en el desarrollo de su propio chip con socios como Broadcom y TSMC, dentro de una estrategia de diversificación.
Para AMD, este contrato consolida su posición como alternativa seria en la carrera por la computación de inteligencia artificial. La compañía ha apostado por un enfoque abierto con su ecosistema ROCm 7 y con interconexiones estándar como UALink, además de una arquitectura tipo “rack-scale” llamada Helios, capaz de unir miles de chips en un solo sistema coordinado. Esta visión abierta y escalable contrasta con la naturaleza más cerrada del ecosistema de Nvidia y podría atraer a grandes corporaciones tecnológicas que buscan independencia tecnológica.
El acuerdo no está exento de desafíos. El éxito dependerá de que AMD logre cumplir con los volúmenes y la eficiencia prometida, mientras que OpenAI deberá alcanzar los hitos necesarios para activar su opción accionaria. Nvidia, por su parte, podría responder con una agresiva política de precios o con innovaciones que mantengan su liderazgo.
Para OpenAI, el acuerdo no solo garantiza potencia de cómputo, sino también un vínculo directo con su proveedor clave. La posibilidad de tener una participación accionaria alinea incentivos y refuerza la colaboración a largo plazo, un movimiento estratégico para mantener el control sobre los recursos que sustentan su crecimiento.
En definitiva, el pacto entre AMD y OpenAI marca un nuevo capítulo en la guerra por el hardware de la inteligencia artificial. A medida que ambas empresas avancen en la implementación del acuerdo, los ojos del mercado estarán puestos en los resultados. Si todo sale bien, esta alianza podría ser el impulso que AMD necesitaba para consolidarse como el gran rival de Nvidia, y una ventaja crucial para OpenAI en su expansión global.