Durante la jornada del viernes, el par GBP/USD llegó a cotizar cerca de 1.3280 dólares, un nivel que no se veía desde agosto. La fortaleza del dólar no se explica por un cambio en las expectativas de la Reserva Federal, sino por un contexto global que sigue favoreciendo los activos considerados seguros. Aunque algunos miembros de la Fed insinuaron que el actual nivel de tasas podría estar cerca de su punto máximo y que se contemplan recortes hacia fin de año, los inversionistas continúan prefiriendo el billete verde frente a otras monedas principales.
En Reino Unido, el panorama no ayuda. Los últimos datos laborales mostraron una desaceleración en el crecimiento salarial, lo que refleja un enfriamiento del mercado de trabajo. A esto se suma la preocupación por la situación fiscal del gobierno británico, luego de que se corrigieran errores en los datos de recaudación que obligaron a revisar las cifras oficiales de endeudamiento. Los analistas temen que el próximo presupuesto incluya aumentos de impuestos o recortes de gasto, lo que genera más cautela entre los inversores.
La combinación de un dólar fuerte y una libra debilitada por factores internos ha puesto presión sobre el Banco de Inglaterra. Algunos miembros del comité monetario han advertido que, si la inflación vuelve a repuntar, el banco no podrá flexibilizar su política tan pronto como el mercado espera. Sin embargo, otros funcionarios se muestran más prudentes y consideran que mantener tasas altas por más tiempo podría agravar la desaceleración económica del país.
El sentimiento general hacia la libra sigue siendo frágil. Los operadores de divisas apuntan a que el par podría probar el soporte de 1.3200 si no aparecen señales claras de recuperación económica o si los próximos datos de inflación británica decepcionan. Por el contrario, un tono más agresivo de la Fed en sus próximas reuniones podría darle un respiro temporal a la moneda británica, aunque el panorama de fondo se mantiene complejo.
A medida que se acerca el cierre del año, el mercado estará atento a tres factores: la evolución de la inflación en Estados Unidos, la política fiscal del Reino Unido y las decisiones del Banco de Inglaterra. De esos elementos dependerá si la libra logra estabilizarse o si continuará su tendencia descendente frente a un dólar que, por ahora, sigue siendo el refugio preferido del mercado.