La noticia del triunfo de Takaichi agitó todos los mercados. En cuestión de horas, el yen se desplomó a 150,35 unidades por dólar, mientras que los operadores ajustaban sus posiciones ante la perspectiva de una administración más inclinada a expandir el gasto. El movimiento fue tan abrupto que el yen también perdió terreno frente al euro, cayendo hasta los ¥176, lo que confirmó la magnitud del impacto.
En los mercados de renta fija, el efecto fue inmediato. Los bonos a largo plazo japoneses sufrieron una fuerte venta, lo que elevó los rendimientos del bono a 40 años a 3,53 %, su nivel más alto en semanas. La razón es clara: el mercado anticipa que un gobierno más dispuesto a gastar necesitará financiarse con más deuda.
Mientras tanto, la bolsa de Tokio vivió un día de euforia. El índice Nikkei 225 subió casi un 5 %, superando los 48.000 puntos por primera vez en la historia, impulsado por las expectativas de estímulos y el debilitamiento del yen, que mejora la competitividad de las exportaciones japonesas. El Topix, más amplio, también avanzó con fuerza, ganando 3,3 %. Los sectores más beneficiados fueron defensa, energía y tecnología, especialmente el de semiconductores, ante la posibilidad de un presupuesto más generoso.
Aun con la celebración en el mercado accionario, los analistas advierten que los desafíos para la nueva líder serán significativos. Japón mantiene una deuda pública cercana al 250 % del PIB, la más alta del mundo desarrollado. Un aumento del gasto sin un crecimiento sólido podría agravar los problemas estructurales del país, especialmente en un contexto de inflación moderada y envejecimiento poblacional.
Por otro lado, el Banco de Japón se encuentra en una posición delicada. Con Takaichi en el poder, la presión para mantener una política monetaria ultra flexible podría intensificarse, lo que complica sus planes de normalización. La probabilidad de que el banco suba tasas en los próximos meses cayó de 68 % a apenas 41 %, según las últimas estimaciones del mercado.
En medio de este panorama, los grandes bancos de inversión —entre ellos Goldman Sachs y Deutsche Bank— ya han ajustado sus previsiones y optaron por una postura más cautelosa con respecto al yen. La visión general es que la moneda podría seguir bajo presión mientras el nuevo gobierno priorice el crecimiento sobre el control fiscal.
La victoria de Takaichi marca un cambio de rumbo político en Japón y deja claro que el país podría entrar en una etapa de mayor intervención estatal y expansión fiscal. El reto será equilibrar ese impulso económico con la estabilidad financiera y la independencia del Banco de Japón, dos pilares que hoy se ven puestos a prueba.