El cambio de FICO no es menor. Hasta ahora, los burós de crédito tenían el rol central de intermediar los puntajes entre la compañía y los prestamistas. Con el nuevo esquema, esa intermediación pierde valor, lo que significa que los bancos y entidades hipotecarias podrán reducir significativamente sus costos al acceder de forma directa a la calificación crediticia más usada en el país. Esto coloca a FICO en una posición mucho más dominante en la cadena de valor.
El impacto en el mercado fue inmediato. Mientras las acciones de FICO subieron con fuerza, las de Equifax y TransUnion sufrieron caídas que superaron los dos dígitos en una sola jornada. Experian, listada en la bolsa de Londres, también se vio arrastrada por la ola de ventas. La reacción de los inversionistas refleja el temor de que los burós pierdan una fuente importante de ingresos, ya que hasta ahora cobraban por intermediar en la distribución de los puntajes.
En paralelo, este movimiento ocurre en un contexto regulatorio complejo. En los últimos meses, la Agencia Federal de Financiamiento de Vivienda (FHFA) ya había puesto bajo la lupa el sistema de puntajes, cuestionando la transparencia en la fijación de precios y evaluando cambios en la forma en que se calculan los historiales crediticios para hipotecas. A ello se suma la presión de VantageScore, el modelo impulsado por los mismos burós de crédito, que recientemente fue aprobado para ser utilizado en hipotecas respaldadas por Fannie Mae y Freddie Mac.
La jugada de FICO puede interpretarse como una respuesta a esa presión: si sus competidores logran posicionar un modelo alternativo, la compañía no podía seguir dependiendo únicamente de los burós para distribuir sus puntajes. Al abrir el acceso directo, gana control y se asegura de que su producto siga siendo el estándar del mercado, aunque eso signifique tensionar su relación con quienes fueron sus socios comerciales durante décadas.
Para los burós, el golpe es duro. Además de perder ingresos inmediatos, deberán replantearse su modelo de negocio y diversificar hacia otras áreas como servicios de datos, monitoreo de crédito y análisis de riesgos. Aunque todavía cuentan con una ventaja en la acumulación de información financiera de millones de consumidores, el rol de simples intermediarios quedó seriamente cuestionado.
De cara a los consumidores, los efectos podrían ser positivos. Si los prestamistas pagan menos por los puntajes crediticios, es posible que parte de esa reducción en costos se traslade a las condiciones de los créditos hipotecarios. Sin embargo, el mercado aún debe asimilar este cambio y los reguladores seguirán de cerca cómo se reconfigura la industria.
Conclusión
El movimiento de FICO marca un antes y un después en el negocio del crédito en Estados Unidos. La empresa ya no solo define la calificación crediticia más influyente, sino que ahora también controla de manera directa su distribución. Los burós, que parecían piezas intocables, han quedado en jaque. La pregunta es si podrán reinventarse lo suficientemente rápido o si este es el inicio de una pérdida de relevancia en el sistema financiero.