El presidente Javier Milei buscó enviar tranquilidad a los mercados al confirmar que el financiamiento externo para 2026 está garantizado. Según adelantó, el Gobierno ya consiguió los recursos necesarios para afrontar los vencimientos del año próximo, lo que despeja el temor inmediato de un incumplimiento. Sin embargo, el propio mandatario admitió que la economía argentina atraviesa un freno fuerte, producto del encarecimiento del crédito, la suba del riesgo país y un escenario político cargado de tensiones que golpea la confianza de los inversores.
En sus declaraciones, Milei reconoció que el ciclo económico se enfrió de manera más brusca de lo esperado. El encarecimiento de las tasas redujo el consumo y la inversión, y el mercado financiero reaccionó con mayor volatilidad después de los últimos traspiés electorales del oficialismo. La reciente derrota en la provincia de Buenos Aires, junto con la caída de los bonos en dólares y la depreciación del peso, reflejó un clima de incertidumbre que condiciona el rumbo del plan económico.
En paralelo, el Ejecutivo presentó el Presupuesto 2026 con proyecciones ambiciosas. El plan oficial prevé un superávit primario equivalente al 1,5 % del PIB, una inflación que caería al 10,1 % anual y un crecimiento del 5 %. El tipo de cambio oficial se ubicaría en torno a los 1.423 pesos por dólar y se proyectan aumentos en áreas sensibles como salud, educación y jubilaciones. La hoja de ruta incluye además el compromiso de no recurrir a la emisión monetaria del Banco Central para financiar al Tesoro, un punto que Milei considera clave para consolidar la estabilidad de precios.
Más allá de estas metas, las consultoras privadas advierten que los supuestos pueden resultar demasiado optimistas frente al panorama actual. El déficit de cuenta corriente alcanzó los 3.016 millones de dólares en el segundo trimestre de este año, un número que presiona sobre las reservas internacionales. A esto se suman las dudas respecto al financiamiento para 2027, todavía sin resolver, y la fragilidad política del Gobierno, que deberá negociar cada medida en un Congreso fragmentado.
Con el financiamiento 2026 cerrado, la atención del mercado se traslada ahora al futuro inmediato. La desaceleración reconocida por el propio Presidente expone que, más allá de haber ganado tiempo con dólares asegurados, la recuperación dependerá de factores más complejos: la capacidad de sostener el superávit, reducir la inflación de manera sostenible y, sobre todo, generar confianza en que el programa económico podrá sobrevivir a los vaivenes políticos.